Dos meses ya y ya la sombra. O, corrigiéndome, ni siquiera dos meses. Iras santas o non sanctas explotando en la punta de mi lengua, reventando en mis labios tormentosos, erosionando el amor. Es increible cómo caen las personas en las garras del rebaño, es increible la capacidad destructora del cliché, pero más grave que eso: es imperdonable que personas inteligentes y bien formadas resbalen en ese cementerio de ideas. Destructora de conciencias, del razonamiento, de la objetividad ineludible. La imposición de una tóxica concepción: que la gente debe parecernos bonita. Si no te liga tan fácilmente, allí estarán el barbudo Osho y el negro Chopra, tus amigos infalibles, para sacarte del enredo. Entonces, todos tenemos la obligación de ser felices y de extender una mano de paz y un trozo de cielo a todo y todos lo (s) que nos rodea (n). Para mí, el problema no es la paz en sí. El problema es la paz simplificada, el cortar camino saltándote pasos importantes. El problema es la paz impuesta, la tregua mandatoria, la capitulación forzada, el desprecio de la fuerza edificante de determinados conflictos, porque como dijo Kant, el antagonismo es fecundo.
Pero nada. Mis manos ya están palpitando, mi corazón envuelto en un papel de seda rociado de cianuro, mi respiración entrecortada. Espada de Damocles y matrícula condicionada. Ultimátums. Luego, las prioridades. Insisto en renegar del cliché, pero no me vas a decir que no es cierto que los afectos más importantes siguen este estricto orden:
1º Uno mismo.
2º Padres y/e hijos.
3º Amigos.
4º El "amor" de pareja.
Entre 3º y 4º, podemos ubicar a las mascotas.
¿Continuará?
martes, 25 de diciembre de 2007
jueves, 29 de noviembre de 2007
El amor, un plastiquito dorado
Aterrada por el monumental edificio de palabras que se ha levantado dentro de mi cabeza, vine a expulsar un poco de la mierda revuelta que en ocasiones me inunda. He botado algunas lágrimas, me he sentido asfixiada por el stress y la ansiedad de no tenerla cerca, de no sentir sus labios, de no encontrar un mail suyo. He pensado en mi patético miedo a la frialdad, en mis demandas sentimentales, en mis exigencias cuasi-jurídicas de afecto. He pensado en el miedo a enamorarme, porque siento que lo estoy haciendo, porque siento que el monstruo del Lago Ness está acercándose...
Y debo pensar que el amor es como una tarjeta de crédito, una tentación total de sumergirse en todo lo que te ofrece, imagina mis sentidos a la hora de ver el catálogo de ofertas, las posibilidades de puntos, mi línea de crédito, el todo-es-posible-con-un-plástico. Imagino, sin embargo, la de demandas judiciales de deleznables pero igualmente ladillescos estudios de abogados dedicados íntegramente al "recupero de cobros", mi nombre en Infocorp, las limitaciones y padecimientos. En paralelo, puedo imaginarme destrozada luego de una ruptura provocada por alguna idiotez mía, producto de ese "amar más" como rol ineludible en las parejas. Y siento asco de mí por ser un bebé de pecho, una criatura vulnerable, un muñequito de trapo sin defensas. ¿Es ese el resultado del amor?. ¿Son las cobranzas, la coacción impenitente -y a veces impertinente- de estudios de abogados desconocidos, es tu nombre en Infocorp, el resultado de la imprudencia con el plastiquito dorado?. Pues en verdad os digo que el plastiquito dorado ese puede hacer magia, literalmente magia si lo sabes utilizar. Prudencia, justo medio, alejarse de desatinos. Tan simple como eso. Pero, en la vida, hay cosas que no tienen precio, como por ejemplo, esa alucinación tan deliciosa del "for ever and ever" que, mal utilizada, a tantos ha llevado a la tumba.
Y debo pensar que el amor es como una tarjeta de crédito, una tentación total de sumergirse en todo lo que te ofrece, imagina mis sentidos a la hora de ver el catálogo de ofertas, las posibilidades de puntos, mi línea de crédito, el todo-es-posible-con-un-plástico. Imagino, sin embargo, la de demandas judiciales de deleznables pero igualmente ladillescos estudios de abogados dedicados íntegramente al "recupero de cobros", mi nombre en Infocorp, las limitaciones y padecimientos. En paralelo, puedo imaginarme destrozada luego de una ruptura provocada por alguna idiotez mía, producto de ese "amar más" como rol ineludible en las parejas. Y siento asco de mí por ser un bebé de pecho, una criatura vulnerable, un muñequito de trapo sin defensas. ¿Es ese el resultado del amor?. ¿Son las cobranzas, la coacción impenitente -y a veces impertinente- de estudios de abogados desconocidos, es tu nombre en Infocorp, el resultado de la imprudencia con el plastiquito dorado?. Pues en verdad os digo que el plastiquito dorado ese puede hacer magia, literalmente magia si lo sabes utilizar. Prudencia, justo medio, alejarse de desatinos. Tan simple como eso. Pero, en la vida, hay cosas que no tienen precio, como por ejemplo, esa alucinación tan deliciosa del "for ever and ever" que, mal utilizada, a tantos ha llevado a la tumba.
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Enrevesada
Debería celebrar el querer. Sacar un par de copas, una botella de vino, deleitarme en el suave choque de dos vidrios frágiles, pero que no se rompen. Y aquí me tienes, enrevesada, de nuevo frente al teclado pariendo monstruos informes, asfixiada por las ganas insatisfechas de excelencia, atosigada por mi liberadora ambición. Debería celebrar el querer. Debería desengancharme. Debería tener dos duros más para conversarlo. Gracias Internet por ser el adecuado sucedáneo.
Quiero calma. Quiero mi alma de vuelta. Quiero quererla con mi alma al costado, o con mi alma adentro, aunque la quiero con el alma. Quiero partirme el plexo con un cuchillo, imaginario porque no quiero irme del mundo sin haber completado los puntos de mi lista. Quiero dormirme en un colchón alado, al lado de ella. Quiero taparle el hocico a la vociferante perturbación, quiero cortarle las manos a la mental masturbación.
Quiero dejar de ser una fóbica. Quiero dejar de ser una fobofóbica. Quiero empezar a hacer cosas útiles right now, porque soy ambiciosa. ¿Lo habrán notado mis 0 lectores, a partir de la compulsión por el quiero?.
Quiero calma. Quiero mi alma de vuelta. Quiero quererla con mi alma al costado, o con mi alma adentro, aunque la quiero con el alma. Quiero partirme el plexo con un cuchillo, imaginario porque no quiero irme del mundo sin haber completado los puntos de mi lista. Quiero dormirme en un colchón alado, al lado de ella. Quiero taparle el hocico a la vociferante perturbación, quiero cortarle las manos a la mental masturbación.
Quiero dejar de ser una fóbica. Quiero dejar de ser una fobofóbica. Quiero empezar a hacer cosas útiles right now, porque soy ambiciosa. ¿Lo habrán notado mis 0 lectores, a partir de la compulsión por el quiero?.
domingo, 30 de septiembre de 2007
Desencuentros inesperados
"... yo quisiera llorar
y no tengo más llanto
le quería yo tanto y se fue
para nunca volver..."
Huir es una forma de buscar. Hui y te encontré, con una mirada, con esa mirada. No "esa" mirada, no. Esa mirada, sin comillas. Sin calorías. Sin lesbiandad. La que no tiene ninguna vela en este entierro, en el entierro de la complicidad, de los consejos, de la comprensión. Que, quizás, valga más que las miradas entrecomilladas.
Enterré la mirada cuando me fui, para que me miraras no sé, arrepentida. También te di la espalda y te volteé la cara. No supe qué hacer. Me odias y lo acepto con hidalguía desde una cabina de Tarata que congrega todos los sábados por la noche a cybernautas de juerga frustrada. Como la mía. Como la foto velada de la velada mía.
Me arden los ojos. No recuerdo haber llorado. No recuerdo nada. Pero estoy casi convencida de que no lloré. No. No lo hice. Porque cuando caminaba, abatida, cerca del viejo Césars Hotel, un elefante blanco en nuestros tiempos, sentí que las emociones se preparaban para salir en forma de lágrimas, pero no había agua. Se me ha gastado toda durante estos casi cinco meses, pesados e infinitos. Se me ha gastado todo el agua de lágrimas y no, no hay régimen especial. No hay agua para todos que valga, ni shock de inversiones ni shock de nada que me saque de mi shock de inmovilidad. Bueno, sí. No exageremos. Se me salieron dos gotitas. Como de garúa limeña. Pero parece que el líquido fue, a pesar de ser exiguo, potente.Tenía los componentes de la lluvia ácida. Y me arden los ojos.
Gasparín (odiada por tí porque, si mi memoria no me falla, hace casi 10 meses me gustaba Gasparín y, cual mamá preocupada, me decías "esa no te conviene"-esa-) es notificada de tal hecho. Gasparín, de distinto talante y de reconocida nobleza, me insta a pedirte perdón, pensando ilusamente que eso es fácil. Le digo, joven idealista de 24 años, ¡despierta!. ¿No sabes que la susodicha es puro orgullo y altivez?. Y ella me dice que soy yo la que tengo que despertar, pero le recuerdo que ya desperté, aunque con la cabritud del caso, porque nada más cobarde que las cartitas, que es un mecanismo de 5to de media, pero carajo no importa el fondo, sino la forma.
Yo no sé la forma de pedirte perdón. No sé si, a estas alturas, me ha dejado de interesar. Te quiero igual, pero siento que mis esfuerzos serán vanos. Que estamos en primavera y nuevas flores se pueden asomar. "El jardín de la amistad (discúlpame lo cursi) siempre existirá. Lo que cambian son las flores" - Heidi dixit. Pero no le quiero creer. Mañana tendré los huevos necesarios y te llamaré. Es que soy cabrini, pues.
y no tengo más llanto
le quería yo tanto y se fue
para nunca volver..."
Huir es una forma de buscar. Hui y te encontré, con una mirada, con esa mirada. No "esa" mirada, no. Esa mirada, sin comillas. Sin calorías. Sin lesbiandad. La que no tiene ninguna vela en este entierro, en el entierro de la complicidad, de los consejos, de la comprensión. Que, quizás, valga más que las miradas entrecomilladas.
Enterré la mirada cuando me fui, para que me miraras no sé, arrepentida. También te di la espalda y te volteé la cara. No supe qué hacer. Me odias y lo acepto con hidalguía desde una cabina de Tarata que congrega todos los sábados por la noche a cybernautas de juerga frustrada. Como la mía. Como la foto velada de la velada mía.
Me arden los ojos. No recuerdo haber llorado. No recuerdo nada. Pero estoy casi convencida de que no lloré. No. No lo hice. Porque cuando caminaba, abatida, cerca del viejo Césars Hotel, un elefante blanco en nuestros tiempos, sentí que las emociones se preparaban para salir en forma de lágrimas, pero no había agua. Se me ha gastado toda durante estos casi cinco meses, pesados e infinitos. Se me ha gastado todo el agua de lágrimas y no, no hay régimen especial. No hay agua para todos que valga, ni shock de inversiones ni shock de nada que me saque de mi shock de inmovilidad. Bueno, sí. No exageremos. Se me salieron dos gotitas. Como de garúa limeña. Pero parece que el líquido fue, a pesar de ser exiguo, potente.Tenía los componentes de la lluvia ácida. Y me arden los ojos.
Gasparín (odiada por tí porque, si mi memoria no me falla, hace casi 10 meses me gustaba Gasparín y, cual mamá preocupada, me decías "esa no te conviene"-esa-) es notificada de tal hecho. Gasparín, de distinto talante y de reconocida nobleza, me insta a pedirte perdón, pensando ilusamente que eso es fácil. Le digo, joven idealista de 24 años, ¡despierta!. ¿No sabes que la susodicha es puro orgullo y altivez?. Y ella me dice que soy yo la que tengo que despertar, pero le recuerdo que ya desperté, aunque con la cabritud del caso, porque nada más cobarde que las cartitas, que es un mecanismo de 5to de media, pero carajo no importa el fondo, sino la forma.
Yo no sé la forma de pedirte perdón. No sé si, a estas alturas, me ha dejado de interesar. Te quiero igual, pero siento que mis esfuerzos serán vanos. Que estamos en primavera y nuevas flores se pueden asomar. "El jardín de la amistad (discúlpame lo cursi) siempre existirá. Lo que cambian son las flores" - Heidi dixit. Pero no le quiero creer. Mañana tendré los huevos necesarios y te llamaré. Es que soy cabrini, pues.
jueves, 20 de septiembre de 2007
e-mploushon
Sentada en una cabina con mis demonios. Alucinación de superación. Darse cuenta de que todo es circular. Catchascán con los sentimientos. Inspiración que lucha contra la enredadera caníbal.
Soledad.
Pánico de hacer llamadas. Contemplar el celular, embriagada con mi idiocia, en comportamiento adolescente. No hago honor a los tres pomos de Pond's que ya he comprado. Merece un castigo, un castigo en self-service.
Patetismo.
Pánico de todo.
Get a fuckin' life.
Get a kiss.
Estercolero.
Ganas de hacer el amor.
Desencuentros con Manuelita.
Desencuentros con su trabuco.
Shots.
Harta de lo provincial.
Pero qué le voy a hacer.
"La envidia es la cicuta que el mediocre quiere que todos prueben como si se tratase de una cata de pisco de Johnny Schuller". Frase válida, pero extraida de una versión un tanto cáustica de las pastillitas de Belmont. Unas pepitas del hermanón, para un subidón de moral, pero con el retrueque de ironía que sirva para hacer la finta, para disfrazar el yo-penso-positivo que equilibra el cataclismo que vivo dentro, del cual no puedo prescindir, pero que no puedo exhibir abiertamente porque me quita estilo.
Vafanculo, tonta, le digo a la chica que veo ahi, en ese espejo. No se va a ofender: está congelada.
Soledad.
Pánico de hacer llamadas. Contemplar el celular, embriagada con mi idiocia, en comportamiento adolescente. No hago honor a los tres pomos de Pond's que ya he comprado. Merece un castigo, un castigo en self-service.
Patetismo.
Pánico de todo.
Get a fuckin' life.
Get a kiss.
Estercolero.
Ganas de hacer el amor.
Desencuentros con Manuelita.
Desencuentros con su trabuco.
Shots.
Harta de lo provincial.
Pero qué le voy a hacer.
"La envidia es la cicuta que el mediocre quiere que todos prueben como si se tratase de una cata de pisco de Johnny Schuller". Frase válida, pero extraida de una versión un tanto cáustica de las pastillitas de Belmont. Unas pepitas del hermanón, para un subidón de moral, pero con el retrueque de ironía que sirva para hacer la finta, para disfrazar el yo-penso-positivo que equilibra el cataclismo que vivo dentro, del cual no puedo prescindir, pero que no puedo exhibir abiertamente porque me quita estilo.
Vafanculo, tonta, le digo a la chica que veo ahi, en ese espejo. No se va a ofender: está congelada.
jueves, 13 de septiembre de 2007
Amor
Sentada en el muelle con mi carterita barata, con mis piernitas cruzadas y mi carota de culo, aguantando inviernos que te hacen huecos en los huesos y veranos asfixiantes, esperaba el amor. Me dijeron que me abstenga de toda búsqueda activa de la persona ideal. Esta llegaría sola, como traida por las olas. O llegaría en un barco, cuya denominación yo ignoraría soberanamente (el chiste, where would it be?). Simplemente, esa persona ideal bajaría de aquel barco, me llamaría, y me invitaría un café.
Entonces, recién sabría lo que es el amor.
Pasó de todo en ese puerto. No solo llegué a usar carteritas baratas, también he vestido bolsos de piel marrón y zapatos de tacón y vestidos de domingo. Han habido 666 alertas de tsunami. Me han cireado 666,666 estibadores. Les he mentado la madre 666,666 veces, una por mitra.
No hay forma.
Abandoné la espera, que en el fondo es una búsqueda, una búsqueda pasiva pero no por eso menos dolorosa. Me abandoné al sol y empecé a valorar la riqueza del silencio, de la voz única, del tanguito a solas, frente al espejo, bella y arreglada como la musa que nunca seré para la musa o el muso o el marino o la marina que bajaría de aquel barco o barca cargado del incienso o la inciensa, la mirra o el mirro, la felicidad. Bajo la cabeza y miro la toalla en el piso, contenta, sin ápice de resignación, salvo futura opinión en contrario de algún psicoanalista a quien pagaré para que me diga si me digo mentiras. Luego me tiro en mi cama, 11pm, ni a mi diestra ni a mi siniestra, solo la almohada. Sólo queda opción para un dulce sueño. Suena el despertador y me pesco cogida de la pseudo cintura de la almohada. Dándole mimos. He llegado de nuevo al puerto. Ser la lorna del destino es cuestión de vocación.
Entonces, recién sabría lo que es el amor.
Pasó de todo en ese puerto. No solo llegué a usar carteritas baratas, también he vestido bolsos de piel marrón y zapatos de tacón y vestidos de domingo. Han habido 666 alertas de tsunami. Me han cireado 666,666 estibadores. Les he mentado la madre 666,666 veces, una por mitra.
No hay forma.
Abandoné la espera, que en el fondo es una búsqueda, una búsqueda pasiva pero no por eso menos dolorosa. Me abandoné al sol y empecé a valorar la riqueza del silencio, de la voz única, del tanguito a solas, frente al espejo, bella y arreglada como la musa que nunca seré para la musa o el muso o el marino o la marina que bajaría de aquel barco o barca cargado del incienso o la inciensa, la mirra o el mirro, la felicidad. Bajo la cabeza y miro la toalla en el piso, contenta, sin ápice de resignación, salvo futura opinión en contrario de algún psicoanalista a quien pagaré para que me diga si me digo mentiras. Luego me tiro en mi cama, 11pm, ni a mi diestra ni a mi siniestra, solo la almohada. Sólo queda opción para un dulce sueño. Suena el despertador y me pesco cogida de la pseudo cintura de la almohada. Dándole mimos. He llegado de nuevo al puerto. Ser la lorna del destino es cuestión de vocación.
Amistad
Lancé una suerte de botella al mar. No sé si la recogió. No sé si, a estas alturas, me importe. Tengo el recibo de pago de la encomienda, con los teléfonos del courier, y puedo preguntar si lo recibió (si lo quiso recibir, si hablamos propiamente).
Sandra me ha dicho que me olvide, que no piense, que ponga todo en modo off. Que las amistades son como prestobarbas usadas, desechables, que se oxidan rápido, se quiebra ligeramente el fierrito, y atracan los vellos. Hay una enorme resistencia dentro de mí, como para creer en eso, a menos que se trate de miserables, como la escarcha que me dijo adiós con impune frialdad. Pero esa escarcha, a diferencia de la otrora llamada Bombón, me movía el piso, me hacía alucinar, me hace alucinar cuando dejo de tomar café por las mañanas y la locura aterriza. Bombón, se suponía, era amistad pura y dura, pero ahora se trata de pura dureza que no responde, no habla.
No existe.
Me resistí a creer que esta relación de cómplices por la vida tendría final algún día. Consideré que mis tropiezos emocionales pasados podían soslayarse, y los futuros eliminarse. De hecho, se hacen menos de manera galopante, se marchita la flor de la violencia, pasaje de ida a las espinas. Aproveché fechas felices, supuestamente felices o de celebración, para sentarme en mi nuevo escritorio, e inspirada por el fresco olor a fórmica de los escritorios recién comprados, y el olor intelectual de los libros añosos que componen mi nueva biblioteca, cogí el primer lapicero que tuve a la mano, un lapicero de dudosa procedencia pero que escribía, mientras la televisión por cable, sintonizada en Euskal Telebista, propalaba uno de mis programas preferidos, unos vascos geniales que te dejan la barriga adolorida de tanto reir. En ese momento paradójico, me dejé llevar por lo hondo de mi dolor. El modo off, que sí había presionado para no sufrir más pérdidas, fue desactivado instantáneamente, casi sin querer, aflorando una seca pena, con un fondo de resignación, pero con una tenue luz de esperanza de recuperar lo que mis volcánicos genes tiraron a la basura. Alguien, quizá un alter ego escondido en una dimensión que aún no conozco, surgió y escribió por mi, le dio vida a aquel lapicero desdeñable, hizo fluida la redacción, le puso fluidos a esa seca pena, que no por eso dejó de ser pena. Hice flashbacks casi interminables, los anoté, no olvidé ni un detalle, y seguía sufriendo mientras un episodio de "La Biblia Contada a los Vascos" o los relatos del Aitite Arzalluz me confundían porque me invitaban a soltar una carcajada. A veces sentía que tenía que dejar esa mierda de escrito, porque olía las energías pesadas y negras de mi cuarto de biblioteca invadido por los recuerdos de un episodio nefasto. Por momentos, de hecho, abandoné la redacción, me paré y me relajé con hilaridad exportada desde Euskadi. Termina el programa, me voy, y lo sigo contando, me refiero a todo aquello que le dije a mi "Amistad", así, en términos fiorellarodriguezcos.
Sandra ayer fue muy incisiva con el tema. Me encanta su sinceridad, la forma directa (no sin toques de humor) con la que te dice las cosas. Pero no, no pienso renunciar, aunque la apuesta sea difícil. No pienso renunciar, pero tampoco pienso recordar mientras la lucha continúe. Es devastador traer a la mente, gracias a detalles evocativos que se revelan inicialmente inocentes: los buenos tiempos, las calles transitadas, las canciones bailadas, oidas, quemadas. Los restaurantes. Los chistes. Las ciudades. Los buses-camión.
La pelea.
Porque no hubieron "peleas".
Hubo solo una.
Mañana llamo.
(a la agencia, digo yo).
Sandra me ha dicho que me olvide, que no piense, que ponga todo en modo off. Que las amistades son como prestobarbas usadas, desechables, que se oxidan rápido, se quiebra ligeramente el fierrito, y atracan los vellos. Hay una enorme resistencia dentro de mí, como para creer en eso, a menos que se trate de miserables, como la escarcha que me dijo adiós con impune frialdad. Pero esa escarcha, a diferencia de la otrora llamada Bombón, me movía el piso, me hacía alucinar, me hace alucinar cuando dejo de tomar café por las mañanas y la locura aterriza. Bombón, se suponía, era amistad pura y dura, pero ahora se trata de pura dureza que no responde, no habla.
No existe.
Me resistí a creer que esta relación de cómplices por la vida tendría final algún día. Consideré que mis tropiezos emocionales pasados podían soslayarse, y los futuros eliminarse. De hecho, se hacen menos de manera galopante, se marchita la flor de la violencia, pasaje de ida a las espinas. Aproveché fechas felices, supuestamente felices o de celebración, para sentarme en mi nuevo escritorio, e inspirada por el fresco olor a fórmica de los escritorios recién comprados, y el olor intelectual de los libros añosos que componen mi nueva biblioteca, cogí el primer lapicero que tuve a la mano, un lapicero de dudosa procedencia pero que escribía, mientras la televisión por cable, sintonizada en Euskal Telebista, propalaba uno de mis programas preferidos, unos vascos geniales que te dejan la barriga adolorida de tanto reir. En ese momento paradójico, me dejé llevar por lo hondo de mi dolor. El modo off, que sí había presionado para no sufrir más pérdidas, fue desactivado instantáneamente, casi sin querer, aflorando una seca pena, con un fondo de resignación, pero con una tenue luz de esperanza de recuperar lo que mis volcánicos genes tiraron a la basura. Alguien, quizá un alter ego escondido en una dimensión que aún no conozco, surgió y escribió por mi, le dio vida a aquel lapicero desdeñable, hizo fluida la redacción, le puso fluidos a esa seca pena, que no por eso dejó de ser pena. Hice flashbacks casi interminables, los anoté, no olvidé ni un detalle, y seguía sufriendo mientras un episodio de "La Biblia Contada a los Vascos" o los relatos del Aitite Arzalluz me confundían porque me invitaban a soltar una carcajada. A veces sentía que tenía que dejar esa mierda de escrito, porque olía las energías pesadas y negras de mi cuarto de biblioteca invadido por los recuerdos de un episodio nefasto. Por momentos, de hecho, abandoné la redacción, me paré y me relajé con hilaridad exportada desde Euskadi. Termina el programa, me voy, y lo sigo contando, me refiero a todo aquello que le dije a mi "Amistad", así, en términos fiorellarodriguezcos.
Sandra ayer fue muy incisiva con el tema. Me encanta su sinceridad, la forma directa (no sin toques de humor) con la que te dice las cosas. Pero no, no pienso renunciar, aunque la apuesta sea difícil. No pienso renunciar, pero tampoco pienso recordar mientras la lucha continúe. Es devastador traer a la mente, gracias a detalles evocativos que se revelan inicialmente inocentes: los buenos tiempos, las calles transitadas, las canciones bailadas, oidas, quemadas. Los restaurantes. Los chistes. Las ciudades. Los buses-camión.
La pelea.
Porque no hubieron "peleas".
Hubo solo una.
Mañana llamo.
(a la agencia, digo yo).
lunes, 6 de agosto de 2007
...
Ella de repente me gusta y su sonrisa hermosa e inesperada me cachetea, todo de golpe, como una muela arrancada con violencia y sin anestesia alguna. Ella de repente me gusta y, nada más ser notificada acerca de esta circunstancia, la serpiente sale de su escondite, de su escondite cerebral o espiritual, ha bailado con música gótica y está motivadita, motivadita para hacerle un petting bravísimo a mi cabeza, para joderme de nuevo, para evitar que lo bello, ese concepto monumental al que me resisto a llamar felicidad, pretenda instalarse en mi relativamente joven vida. I've got to tell this: la serpiente se ha vestido con papel periódico que contiene pura propaganda homofóbica, activa y pasiva, moderna, asquerosa en cualquiera de sus formas y presentaciones. La serpiente me ataca y mis piernas tiemblan. No digo nada, que bastante tenemos con esa infernal procesión que va por dentro.
"No le hagas caso que es el diablo", me digo. O quizás sólo sea la regla. O quizás se deba, quién lo sabe, a las dos malas noches que he pasado a raíz del frio que convierte la generalmente dulce y contínua visita de Morfeo, en un intermitente baile contigo dando vueltas intranquila en la cama, envolviéndote compulsivamente con las sábanas, cual momia egipcia perdida en un polvoriento poblado del norte peruano. Quizás sea la dieta que remece tu modus vivendi pero todo sea para no parecer un bodoque anymore y hacer puntos, puntos, puntos, y más puntos en este mundo material con pintas de tarjeta Bonus. Quizás sea ese lado oscuro de la frase "elfinjustificalosmedios", en el que se resaltan los medios y no los fines y debería ser redactada como "elmediolojustificatodo", y, así, te engañan y te engañan maquinarias de mil patrañas y terminas revolcada, un cerdo lleno de lodo, del lodo insano que recicla mal la frase hasta convertirla en "elmediojustificamismiedos".
Ella de repente me gusta y me sacó de la cómoda orilla, desde la que divisaba el mar con la falsa paz del cobarde que no quiere contactarse con el agua por pánico a la violencia de las olas. Ella es una ola, lo declaro oficialmente, y me tumbó a la arena, me envolvió y me arrastró sin piedad, lucho con las rocas, en las rocas la serpiente, y yo con ganas de tener un cuchillo para defenderme de la serpiente y liberarme, fluir, y dejarme de joder.
"No le hagas caso que es el diablo", me digo. O quizás sólo sea la regla. O quizás se deba, quién lo sabe, a las dos malas noches que he pasado a raíz del frio que convierte la generalmente dulce y contínua visita de Morfeo, en un intermitente baile contigo dando vueltas intranquila en la cama, envolviéndote compulsivamente con las sábanas, cual momia egipcia perdida en un polvoriento poblado del norte peruano. Quizás sea la dieta que remece tu modus vivendi pero todo sea para no parecer un bodoque anymore y hacer puntos, puntos, puntos, y más puntos en este mundo material con pintas de tarjeta Bonus. Quizás sea ese lado oscuro de la frase "elfinjustificalosmedios", en el que se resaltan los medios y no los fines y debería ser redactada como "elmediolojustificatodo", y, así, te engañan y te engañan maquinarias de mil patrañas y terminas revolcada, un cerdo lleno de lodo, del lodo insano que recicla mal la frase hasta convertirla en "elmediojustificamismiedos".
Ella de repente me gusta y me sacó de la cómoda orilla, desde la que divisaba el mar con la falsa paz del cobarde que no quiere contactarse con el agua por pánico a la violencia de las olas. Ella es una ola, lo declaro oficialmente, y me tumbó a la arena, me envolvió y me arrastró sin piedad, lucho con las rocas, en las rocas la serpiente, y yo con ganas de tener un cuchillo para defenderme de la serpiente y liberarme, fluir, y dejarme de joder.
domingo, 29 de julio de 2007
¿Los amigos que perdí?
Son las 4 am y me muero de frío. Sólo puedo o dormir o escribir y tomar una taza de leche muy caliente, mientras saboreo un poco de sal de lágrimas de bronca. Me siento extraña. Como si un cuchillo me atravesara la cabeza de derecha a izquierda. Siento, además, el moco propio de los llantos atracando mi respiración, bloqueándola hasta que el aire no pueda entrar, con un horror al vacío que me hace volver a la realidad, que me da una patada en el culo hacia el cuasi infinito abismo que separa la montaña de mi ego del nivel del mar.
Algo extraño ha sucedido. Los vidrios de las ventanas de mi auto, double vitrage, han sido increiblemente violentados por un monstruo que portaba una bujía caliente y estoy sorprendida. Algo extraño ha sucedido y estoy pasmada y en estado de alerta aunque con ganas de olvidarlo todo en el a-través del sueño. Algo que me remece, que me aturde, se ha producido. Me jode y me hace infelíz, al menos durante estos minutos que trato de vivir intensamente, de penetrar en ellos, de bucear en los mares de minutos y en los minutos como mares para evitar premoniciones que me aparten del eterno ahora. Algo me jode y me hace infelíz. Quizás sea la falsa promesa del ideal de la perfección humana. Quizás sea la imperfección en sí. Quizás sea la amistad un holograma, una visión de Ayahuaska, una pastrulada más. No lo sé. Me hace sentir bien. La necesito. Como animal social, cuadro profesional y persona sensible, no puedo patear el concepto de amistad, aunque corte bruscamente el respirador que pende de las narices de varias de ellas, porque necesito vida y yo me canso. Sobre todo porque la inconsecuencia, aunque también es parte de mi vida porque si vives rodeada de mierda lo mínimo que puede pasar es que esta te salpique, no es un debe ser, no es una opción válida de vida. Más que eso: me da asco. La inconsecuencia, el no "bancarse" al amigo hasta el final, no es justificable. Nada debe quedar impune: por eso, por encima de sentimentalismos, es moralmente imperativo ROMPER con el "amigo" que no está ahi para apoyarte. Si es posible en la primera de bastos, tanto mejor. Me importa más mi mundo, mis principios, y el control de calidad en las relaciones humanas. Medir con varas más severas, perfeccionar los filtros, a la hora de seleccionar tu entorno amical, mejora invariablemente tu calidad de vida. O te genera una soledad de la granflauta. Pues prefiero la soledad como grata compañera, como espejo de tu realidad. Prefiero quejarme de la soledad que de los malos amigos. Prefiero nutrirme de lo que vivo en este preciso instante: conciencia de mi soledad que me permite analizarme, radicalidad que a veces te convierte en freakie, que malbaratear mi tiempo con felipillos contemporáneos. Se me va la poesía o nunca la tuve. Termino con esto y me voy, a compartir sueños con Morfeo, a la segura latitud de lo onírico, territorio cuya magia impide la presencia de los cuchillos. Por eso, antes de trasponer la frontera, me dispongo a quitármelos de la espalda, con cuidado para que duela menos, a envolverlos en papel periódico, y a botarlos a la basura porque están llenos de infección, como algunos amigos que perdí y sigo perdiendo y me lleva al cielo que se vayan al diablo.
Algo extraño ha sucedido. Los vidrios de las ventanas de mi auto, double vitrage, han sido increiblemente violentados por un monstruo que portaba una bujía caliente y estoy sorprendida. Algo extraño ha sucedido y estoy pasmada y en estado de alerta aunque con ganas de olvidarlo todo en el a-través del sueño. Algo que me remece, que me aturde, se ha producido. Me jode y me hace infelíz, al menos durante estos minutos que trato de vivir intensamente, de penetrar en ellos, de bucear en los mares de minutos y en los minutos como mares para evitar premoniciones que me aparten del eterno ahora. Algo me jode y me hace infelíz. Quizás sea la falsa promesa del ideal de la perfección humana. Quizás sea la imperfección en sí. Quizás sea la amistad un holograma, una visión de Ayahuaska, una pastrulada más. No lo sé. Me hace sentir bien. La necesito. Como animal social, cuadro profesional y persona sensible, no puedo patear el concepto de amistad, aunque corte bruscamente el respirador que pende de las narices de varias de ellas, porque necesito vida y yo me canso. Sobre todo porque la inconsecuencia, aunque también es parte de mi vida porque si vives rodeada de mierda lo mínimo que puede pasar es que esta te salpique, no es un debe ser, no es una opción válida de vida. Más que eso: me da asco. La inconsecuencia, el no "bancarse" al amigo hasta el final, no es justificable. Nada debe quedar impune: por eso, por encima de sentimentalismos, es moralmente imperativo ROMPER con el "amigo" que no está ahi para apoyarte. Si es posible en la primera de bastos, tanto mejor. Me importa más mi mundo, mis principios, y el control de calidad en las relaciones humanas. Medir con varas más severas, perfeccionar los filtros, a la hora de seleccionar tu entorno amical, mejora invariablemente tu calidad de vida. O te genera una soledad de la granflauta. Pues prefiero la soledad como grata compañera, como espejo de tu realidad. Prefiero quejarme de la soledad que de los malos amigos. Prefiero nutrirme de lo que vivo en este preciso instante: conciencia de mi soledad que me permite analizarme, radicalidad que a veces te convierte en freakie, que malbaratear mi tiempo con felipillos contemporáneos. Se me va la poesía o nunca la tuve. Termino con esto y me voy, a compartir sueños con Morfeo, a la segura latitud de lo onírico, territorio cuya magia impide la presencia de los cuchillos. Por eso, antes de trasponer la frontera, me dispongo a quitármelos de la espalda, con cuidado para que duela menos, a envolverlos en papel periódico, y a botarlos a la basura porque están llenos de infección, como algunos amigos que perdí y sigo perdiendo y me lleva al cielo que se vayan al diablo.
miércoles, 25 de julio de 2007
Estampas de Arco Iris
Me presentaron al Dr. Santaolalla en una reunión de camaradería del área. Mostraba una extraña mezcla de jovialidad con caballerosidad antigua, sumándole a ello una impresionante e innegable cultura general adquirida a lo largo y ancho de sus robustos 67 años en lo largo y ancho del territorio nacional y el del mundo mundial. Rápidamente nos caimos bien (a pesar de cierto toque conservaduril), y mantuvimos una interesante conversa que se prolongó por espacio de dos o tres horas, que convirtió tiempo perdido en tiempo ganado.
Tres semanas después nos tocó ver un tema de trabajo juntos. Me mandaron a ver un tema tan soberanamente aburrido como negociar las costas y los costos de un proceso que perdió la empresa. El Dr. Santaolalla, hábil con el floro y experto procesalista, fue comisionado para acompañarme. O al revés. El orden de los factores altera el producto, sobre todo porque sé de Procesal lo que sabe Susy Díaz de dialéctica hegeliana.
Nos tocaba reunirnos con el abogado de la otra parte, don Delfín Jurado, que, según las referencias, es el típico abogado wash and wear, que sólo ve casitos pero de las veintitresmilcuatrocientascincuentaynueve-y-quién-sabe-más ramas, raíces, y arbolitos del Derecho, que cita a Ricardo Palma en sus demandas, que tiene una minúscula oficina en un gris edificio ubicado en Psj. Los Pinos, que fuma puros y escucha a Pedro Infante, que es el típico lawyer-patero que bien podría ser apodado el Francis del derecho peruano ("soy el amigo de todos"). Y que, hijueputa de él, nos ha ganado un caso obvio pero terrible.
Había entonces que coordinar una pequeña estrategia y defenderla con energía, pero sin perder la sutileza imprescindible en toda negociación. Ello requirió reunirme con Santaolalla algunas horas antes de la cita. El lugar elegido fue el mítico café miraflorino "La Favorita", en la mesa contigua a la ocupada por cuatro jubilados que hacen, deshacen y rehacen el Perú durante 8 horas entre humitas, expresso's y el impertinente claxon de las diversas Custers que transitan Larco.
La conversación con Santaolalla, como aquella primera vez, fue súper amena, interesante y llena de datos. Su profundo conocimiento de la historia nacional me impulsó a preguntarle sobre los diversos presidentes de la República, pero su repentino panegírico al candidato a la Dieta Japonesa fue una primera piedra de decepción. Cereza en el pastel: Paniagua/Toledo/CVR. "Asco de caviares", dijo, cambiándole de pronto la cara, haciendo un gesto repugnante, lleno de odio. De resentimiento. "Felizmente no gobiernan, hubieran traido abajo al país", sentenció, con un preocupante simplismo que daba vergüenza ajena. Y a modo de quemarropa, al puro estilo de los intolerantes que no te dejan plantear una idea diferente. Por esos días, yo pensaba con intensidad en la definición de mi orientación sexual, dentro del marco del existencialismo que me invade cuando me viene la regla, y empecé a generar pensamientos de terror ante la posibilidad de que tamaño personaje se enterara de "lo mío".
Pasados tres minutos vio su reloj. "Uy, ya es la hora", me dijo, recuperando el tono bonachón de costumbre. Pidió la cuenta. Quise pagar mi parte y no me dejó (y yo dije "yes" para mis adentros). Y nos fuimos en un taxi que nos cobró 3 lucas al lugar pactado con Jurado.
Llegamos al edificio. El ascensor del vejestorio no funcionaba: nos tocó subir 13 putos pisos. Santaolalla me confesó, mientras sacabamos físico de donde sea para no caer al piso, que a inicios de los 80's era triscaidecafóbico, que el departamentito que ocupaba en la Av. Arequipa y que había comprado en la época de Morales Bermúdez estaba en un edificio con un ascensor buenazo, pero que la llegada de los apagones lo obligaron a tener que subir los 14 pisos para llegar a su depa en dosh patitash, así que ajo y agua y lo tuvo que superar.
Ya en el piso 13 (donde Santaolalla, pese a su agnosticismo confeso, se persignó rápidamente -"me persigno por supersticioso, por pagano"-y se echó a reir), tocamos el timbre de la oficina de Jurado, inconfundible por su enorme placa de fondo blanco y letras azules (para variar, es hincha acérrimo de Alianza Lima), el ícono de una toga y el correspondiente número del CAL. Nos recibió un tipo efectivamente huachafo, igualito a Mario Poggi, con un pañuelo blanco sobresaliendo del bolsillo de su saco, y de lírica rimbombante. A mí me recibió con un "Encantado, Doctora", y besó mi mano, la cual retiré lo antes posible de sus babosos labios.
Nos sentamos en una colorida mesa de centro. Caballeroso él, me preguntó, en gesto doñaflorindesco, "no gustas tomar una tacita de café", y, a pesar del La Favorita a cuestas, le dije que sí, y con un aplauso chabacanón llamó a Zoila, su secretaria, indicándome que me lo prepare. Empezamos la conversación, y el Dr. Santaolalla sacó a relucir su brillantez en el campo del Derecho, ante un rendido Dr. Jurado que le decía a cada rato "Su Eminencia". Al final, el resultado fue favorable para nosotros, y, dejado claro el asunto y terminada la faena, empezamos a hablar, los tres, de algunas trivialidades.
"¿Y cómo está esta zona, Jurado?"- indagó, curioso, Santaolalla.
"¿Esta zona?. Llena de maricones"
Santaolalla se llevó la mano al mentón y procuró escuchar la monserga hasta donde pudo.
"Imagínese doctor, si el otro día salía del antro de porquería ese un grupo de mujeres con varias besándose entre ellas"(sic). "Ojalá y el nuevo alcalde haga algo porque esto se está convirtiendo en un bacanal, el Ius Imperium debe prevalecer y así salvaguardar el Orden Público y las buenas costumbres que deben regir toda sociedad sana".
"¿Qué les decimos a nuestros niños, ah doctorcito?".
(Tragué saliva. Me quería meter donde sea)
Santaolalla se mandó con un discurso pro-gay, con el pulcro manejo de retórica que le caracteriza. Refirió que tenía muchos amigos gays (no utilizó, por la gracia de Dios, la incomible palabra homófoba pero extendida: "homosexual"), pero sin el tono cliché que utilizan aquellos pseudo modernitos. No agregué ni quité ninguna coma, no solo porque la verdad no quería intervenir en este tipo de asuntos (que, en el plano laboral, trato de evitar hasta que llego a un límite cuando me hinchan las pelotas con los chistecitos **de maricas** y lanzo un lacónico comentario dejando sentada mi posición y luego hablamos de caballos). Sino porque la verdad, no había nada más qué agregar. Entonces nos despedimos de Juradito y su mal gusto que sabe a jurel como el mal gusto de los homófobos, de sus cinco mil diplomas colgados en su pared verde fosforecente, de su insoportable olor a habanos mezclado con vino barato, de su pompa odiosa, con el placer de haberle dado, en todos los sentidos, y para su oculto beneplácito, por el culo.
Tres semanas después nos tocó ver un tema de trabajo juntos. Me mandaron a ver un tema tan soberanamente aburrido como negociar las costas y los costos de un proceso que perdió la empresa. El Dr. Santaolalla, hábil con el floro y experto procesalista, fue comisionado para acompañarme. O al revés. El orden de los factores altera el producto, sobre todo porque sé de Procesal lo que sabe Susy Díaz de dialéctica hegeliana.
Nos tocaba reunirnos con el abogado de la otra parte, don Delfín Jurado, que, según las referencias, es el típico abogado wash and wear, que sólo ve casitos pero de las veintitresmilcuatrocientascincuentaynueve-y-quién-sabe-más ramas, raíces, y arbolitos del Derecho, que cita a Ricardo Palma en sus demandas, que tiene una minúscula oficina en un gris edificio ubicado en Psj. Los Pinos, que fuma puros y escucha a Pedro Infante, que es el típico lawyer-patero que bien podría ser apodado el Francis del derecho peruano ("soy el amigo de todos"). Y que, hijueputa de él, nos ha ganado un caso obvio pero terrible.
Había entonces que coordinar una pequeña estrategia y defenderla con energía, pero sin perder la sutileza imprescindible en toda negociación. Ello requirió reunirme con Santaolalla algunas horas antes de la cita. El lugar elegido fue el mítico café miraflorino "La Favorita", en la mesa contigua a la ocupada por cuatro jubilados que hacen, deshacen y rehacen el Perú durante 8 horas entre humitas, expresso's y el impertinente claxon de las diversas Custers que transitan Larco.
La conversación con Santaolalla, como aquella primera vez, fue súper amena, interesante y llena de datos. Su profundo conocimiento de la historia nacional me impulsó a preguntarle sobre los diversos presidentes de la República, pero su repentino panegírico al candidato a la Dieta Japonesa fue una primera piedra de decepción. Cereza en el pastel: Paniagua/Toledo/CVR. "Asco de caviares", dijo, cambiándole de pronto la cara, haciendo un gesto repugnante, lleno de odio. De resentimiento. "Felizmente no gobiernan, hubieran traido abajo al país", sentenció, con un preocupante simplismo que daba vergüenza ajena. Y a modo de quemarropa, al puro estilo de los intolerantes que no te dejan plantear una idea diferente. Por esos días, yo pensaba con intensidad en la definición de mi orientación sexual, dentro del marco del existencialismo que me invade cuando me viene la regla, y empecé a generar pensamientos de terror ante la posibilidad de que tamaño personaje se enterara de "lo mío".
Pasados tres minutos vio su reloj. "Uy, ya es la hora", me dijo, recuperando el tono bonachón de costumbre. Pidió la cuenta. Quise pagar mi parte y no me dejó (y yo dije "yes" para mis adentros). Y nos fuimos en un taxi que nos cobró 3 lucas al lugar pactado con Jurado.
Llegamos al edificio. El ascensor del vejestorio no funcionaba: nos tocó subir 13 putos pisos. Santaolalla me confesó, mientras sacabamos físico de donde sea para no caer al piso, que a inicios de los 80's era triscaidecafóbico, que el departamentito que ocupaba en la Av. Arequipa y que había comprado en la época de Morales Bermúdez estaba en un edificio con un ascensor buenazo, pero que la llegada de los apagones lo obligaron a tener que subir los 14 pisos para llegar a su depa en dosh patitash, así que ajo y agua y lo tuvo que superar.
Ya en el piso 13 (donde Santaolalla, pese a su agnosticismo confeso, se persignó rápidamente -"me persigno por supersticioso, por pagano"-y se echó a reir), tocamos el timbre de la oficina de Jurado, inconfundible por su enorme placa de fondo blanco y letras azules (para variar, es hincha acérrimo de Alianza Lima), el ícono de una toga y el correspondiente número del CAL. Nos recibió un tipo efectivamente huachafo, igualito a Mario Poggi, con un pañuelo blanco sobresaliendo del bolsillo de su saco, y de lírica rimbombante. A mí me recibió con un "Encantado, Doctora", y besó mi mano, la cual retiré lo antes posible de sus babosos labios.
Nos sentamos en una colorida mesa de centro. Caballeroso él, me preguntó, en gesto doñaflorindesco, "no gustas tomar una tacita de café", y, a pesar del La Favorita a cuestas, le dije que sí, y con un aplauso chabacanón llamó a Zoila, su secretaria, indicándome que me lo prepare. Empezamos la conversación, y el Dr. Santaolalla sacó a relucir su brillantez en el campo del Derecho, ante un rendido Dr. Jurado que le decía a cada rato "Su Eminencia". Al final, el resultado fue favorable para nosotros, y, dejado claro el asunto y terminada la faena, empezamos a hablar, los tres, de algunas trivialidades.
"¿Y cómo está esta zona, Jurado?"- indagó, curioso, Santaolalla.
"¿Esta zona?. Llena de maricones"
Santaolalla se llevó la mano al mentón y procuró escuchar la monserga hasta donde pudo.
"Imagínese doctor, si el otro día salía del antro de porquería ese un grupo de mujeres con varias besándose entre ellas"(sic). "Ojalá y el nuevo alcalde haga algo porque esto se está convirtiendo en un bacanal, el Ius Imperium debe prevalecer y así salvaguardar el Orden Público y las buenas costumbres que deben regir toda sociedad sana".
"¿Qué les decimos a nuestros niños, ah doctorcito?".
(Tragué saliva. Me quería meter donde sea)
Santaolalla se mandó con un discurso pro-gay, con el pulcro manejo de retórica que le caracteriza. Refirió que tenía muchos amigos gays (no utilizó, por la gracia de Dios, la incomible palabra homófoba pero extendida: "homosexual"), pero sin el tono cliché que utilizan aquellos pseudo modernitos. No agregué ni quité ninguna coma, no solo porque la verdad no quería intervenir en este tipo de asuntos (que, en el plano laboral, trato de evitar hasta que llego a un límite cuando me hinchan las pelotas con los chistecitos **de maricas** y lanzo un lacónico comentario dejando sentada mi posición y luego hablamos de caballos). Sino porque la verdad, no había nada más qué agregar. Entonces nos despedimos de Juradito y su mal gusto que sabe a jurel como el mal gusto de los homófobos, de sus cinco mil diplomas colgados en su pared verde fosforecente, de su insoportable olor a habanos mezclado con vino barato, de su pompa odiosa, con el placer de haberle dado, en todos los sentidos, y para su oculto beneplácito, por el culo.
lunes, 9 de julio de 2007
¿Loser?
What did I want to win?
Se me acercan los treinta y uno y los látigazos que me inflijo. El "éxito" es un placebo que te permite tolerar la gran frustración que se llama nada y la nada, ya lo saben, es la única verdad posible. Deadlines de deadlines y más deadlines, agendas venenosas rellenas de datos y de esperanza, para qué más. Una pizarra acrílica con garabatos desordenados que se supone son mis proyectos de vida, más parece un cuadro abstracto de un niño autista talentoso. Una bronca inconmesurable por estar estancada y darle mis días y mis noches, a cambio de un estipendio (lo único motivador de estas lunas), a un proyecto que no es el mío, que me aburre, que a veces me da hasta asquete. I was born in a republiketa de sudameriketa, es divertido, pero no llena el buche, vives como los equilibristas, y no puedes salir de tu país cuando te de la gana.
En mi garganta no tengo un nudo. Tengo cuchillazos. Soy una urbanita atrapada en un pueblo, una progre atrapada en el proyecto reaccionario de su propio capitalismo, una bisexual en vías de desarrollo y con el péndulo tirado hacia lo lésbico que tiene-que elogiar a actores guapos (que genuinamente le gustan pero no tanto como para definir una opción sexual) para salvar su pellejo en pueblochicoinfiernogrande, y, básicamente, una profesional que ya no compra papel higiénico: se limpia el culo con todos los elogios que le proporcionan (yo diré "que le propinan"), sin ningún progreso concreto. Llena, y toda la vida fue así, de un palabreo masturbatorio que cansa. A veces da ganas de ser una buena mierda, para esperar menos y amortiguar caidas. A veces da ganas de incendiar los tomos de panegíricos, porque hay realidades que apestan tanto que opacan ese Chanel con el que perfuman tus expectativas.
Ok, ya boté, chau. Me voy a preparar trigo y a ver a Rosa María Palacios. Ojalá mañana cambie de chip y deje de escribir barrabasadas.
Se me acercan los treinta y uno y los látigazos que me inflijo. El "éxito" es un placebo que te permite tolerar la gran frustración que se llama nada y la nada, ya lo saben, es la única verdad posible. Deadlines de deadlines y más deadlines, agendas venenosas rellenas de datos y de esperanza, para qué más. Una pizarra acrílica con garabatos desordenados que se supone son mis proyectos de vida, más parece un cuadro abstracto de un niño autista talentoso. Una bronca inconmesurable por estar estancada y darle mis días y mis noches, a cambio de un estipendio (lo único motivador de estas lunas), a un proyecto que no es el mío, que me aburre, que a veces me da hasta asquete. I was born in a republiketa de sudameriketa, es divertido, pero no llena el buche, vives como los equilibristas, y no puedes salir de tu país cuando te de la gana.
En mi garganta no tengo un nudo. Tengo cuchillazos. Soy una urbanita atrapada en un pueblo, una progre atrapada en el proyecto reaccionario de su propio capitalismo, una bisexual en vías de desarrollo y con el péndulo tirado hacia lo lésbico que tiene-que elogiar a actores guapos (que genuinamente le gustan pero no tanto como para definir una opción sexual) para salvar su pellejo en pueblochicoinfiernogrande, y, básicamente, una profesional que ya no compra papel higiénico: se limpia el culo con todos los elogios que le proporcionan (yo diré "que le propinan"), sin ningún progreso concreto. Llena, y toda la vida fue así, de un palabreo masturbatorio que cansa. A veces da ganas de ser una buena mierda, para esperar menos y amortiguar caidas. A veces da ganas de incendiar los tomos de panegíricos, porque hay realidades que apestan tanto que opacan ese Chanel con el que perfuman tus expectativas.
Ok, ya boté, chau. Me voy a preparar trigo y a ver a Rosa María Palacios. Ojalá mañana cambie de chip y deje de escribir barrabasadas.
domingo, 1 de julio de 2007
Le Journal du Nord Solide
Era necesario subir más para el norte. Primeras vacaciones después del regreso, refugio celestial frente al frio que azota, porque una eterna primavera vale más que mil veranos.
Es realmente reconfortante haber venido. No me arrepiento ni una milésima de ápice. He comido como reina, he bebido, he caminado por unas calles casi impecables, por esas calles por las que mi grandma recorrió su niñez y juventud. He mirado los balcones liberteños, muy bien conservados, y no he sentido envidia, sino orgullo, porque de alguna manera yo soy parte de estas tierras, simplemente porque, traida en los veranos por mis familiares, encontraba la magia resbalándome por esas columnas del monumento de la Plaza de Armas, que parecen toboganes, y me pude mirar en los ojos de felicidad de esos niños que, más de veinte años después, hacen lo mismo.
También he gileado (inspección ocular only), con un par de huevonas. De más está decir que, en el interior del país, esta ciudad es la capital gay. Fábrica de rosquillas por antonomasia (algunas envueltas y otras muy desenvueltas -diría yo que demasiado-), no se trata precisamente de una ciudad de provinciana homofobia. También he bailado (por la pereza de ir hacia la lejana Punto G), en locales straight donde todos se conocían, y, de pronto, me he visto infiltrada y disfrutando canciones tontas a todo pulmón entre, presumiblemente, unos Manucci, Ganoza o Pinillos.
Cuando viajo me invaden muchas letras. Debería tener un Moleskine o una libretita Justus aunque sea, algún cuadernito más manejable que mi agenda (que además está destinada a satisfacer las necesidades de mi vida "seria" y en ese territorio se debe quedar). Es que cuando me siento frente a un teclado me viene la amnesia, y las ideas se me van volando como golondrinas y se me han ido hasta Huanchaco.
Como nada ni nadie es perfecto, la omnipresencia de Haya de La Torre en cuanta calle y plaza es disgustante. Pero lo enervante de ver por todas partes la nariz aguileña del líder histórico, se ve compensado por una ciudad que está, que pone, y que promete. Que viva Trujillo, carajo.
Es realmente reconfortante haber venido. No me arrepiento ni una milésima de ápice. He comido como reina, he bebido, he caminado por unas calles casi impecables, por esas calles por las que mi grandma recorrió su niñez y juventud. He mirado los balcones liberteños, muy bien conservados, y no he sentido envidia, sino orgullo, porque de alguna manera yo soy parte de estas tierras, simplemente porque, traida en los veranos por mis familiares, encontraba la magia resbalándome por esas columnas del monumento de la Plaza de Armas, que parecen toboganes, y me pude mirar en los ojos de felicidad de esos niños que, más de veinte años después, hacen lo mismo.
También he gileado (inspección ocular only), con un par de huevonas. De más está decir que, en el interior del país, esta ciudad es la capital gay. Fábrica de rosquillas por antonomasia (algunas envueltas y otras muy desenvueltas -diría yo que demasiado-), no se trata precisamente de una ciudad de provinciana homofobia. También he bailado (por la pereza de ir hacia la lejana Punto G), en locales straight donde todos se conocían, y, de pronto, me he visto infiltrada y disfrutando canciones tontas a todo pulmón entre, presumiblemente, unos Manucci, Ganoza o Pinillos.
Cuando viajo me invaden muchas letras. Debería tener un Moleskine o una libretita Justus aunque sea, algún cuadernito más manejable que mi agenda (que además está destinada a satisfacer las necesidades de mi vida "seria" y en ese territorio se debe quedar). Es que cuando me siento frente a un teclado me viene la amnesia, y las ideas se me van volando como golondrinas y se me han ido hasta Huanchaco.
Como nada ni nadie es perfecto, la omnipresencia de Haya de La Torre en cuanta calle y plaza es disgustante. Pero lo enervante de ver por todas partes la nariz aguileña del líder histórico, se ve compensado por una ciudad que está, que pone, y que promete. Que viva Trujillo, carajo.
jueves, 21 de junio de 2007
Bienvenido, invierno (misceláneo-a.l.i.)
Tengo las manos congeladas y acabo de bajar la mirada hacia pantalla y teclado, luego de haber estado mirando el techo de esta cabina nortechicense, pensando en qué escribir.
Estoy increiblemente CERDA, a golpe de tacu-tacu's de mariscos, ceviches de pato, arrocitos con pato, chifitas, chifles CARTER (declaro mi adicción), jaleas, consumo compulsivo de coca cola zero (tremendo pretexto), exquisitas tortas de cumpleaños de compañeros de trabajo, sandwiches de supremas de pollo con ají alacena, ketchup y mostaza, Oreo Maní...y siguen firmas. Lo concreto es que puedo sentir mis rollos, siendo pellizcados por su contacto brusco con la hebilla de mi correa, y que ya me han preguntado varios, contentos, cuantos meses tiene y cómo se llamará. Lo concreto es que vengo pensando en estrategias para terminar con esto desde hace siete años, y suspendo la vorágine de gula cuando me gusta alguien, vorágine que reanudo cuando la decepción agobia.
Ya estoy pensando en ASUMIRME como "Gordita Simpática": sólo debo trabajar en la simpatía, lo otro viene como por un tubo, la pinta es lo de menos.
Bombón, oh shit. Fue hermoso recordar los bellos momentos de amigas como película, como aquella película que (dicen algunos) ve uno cuando está a punto de morir. Pero no puede morir, tengo que recuperarlo. Amistad en terapia intensiva, parafrasear a Cerati. Esperar un tiempo prudencial para llamarla, y tratar de no pensar en lo doloroso para no desbarrancar mi ánimo, que lo necesito a tope porque tengo una cantidad inhumana de trabajo, lo cual para workaholics como yo es un puto reto.
Bellota me confrontó en Pardo, mientras disfrutábamos de una caminata dominguera por la fría Pardo de junio, ella ataviada con un simpático chullo que todos los turistas se quedaban mirando. Yo con mi inconfundible jean malgastado, aquel que sujeto con esa correa que me pellizca la panza. Bellota dio su veredicto en favor de la agraviada, Bombón. Pero me dijo que el tema era subsanable, y le compré una galleta.
No tengo ganas de un texto articulado.
Despertarme en estos días invernales es una labor titánica.
Describir mi despertar no lo es.
Mi celular está programado para que la alarma suene a las 6 y 45 a.m. Cuando suena, tal como lo hace el 99.9% de las personas que ponen la alarma para trabajar/estudiar, siento un odio por el mundo porque ese sonido me arranca violentamente de los dulces brazos de Morfeo y su calorcito tan contrastante con la temperatura ambiente. Pestañeo un toque, digamos que en promedio hasta las siete y cuarto. Veo las noticias, itinerando entre Primera Edición y Buenos Días Perú, incluyendo sus propagandas de baja factura como la de la loca esa que le grita al farmacéutico "¡¡¡NOOO SEÑOOOR DESEO PALTOMIEL!!!", o la del triunfador de IDAT al que los ojos se le ponen como de un felino para evidenciar que es un monstruo en computación, o la de SOLGAS una voz en off femenina te indica unos trucos mnemotécnicos para recordar el número de esa empresa y dice "47, la edad de mi marido/4, su edad mental, jijiji-risa burlona-", entre otras que no recuerdo. Y viendo noticias, horrendas en su mayoría, sobre todo las de política (la elección del TC me ha generado vómito y náusea). Cuando estás medio dormida, estás como que medio drogada, y la sensación de ver esa mierda, como que es rarita. 7 y 30: me paro, me aseo, me cambio, tomo desayuno (si es que puedo), y camino entre calles pedregosas y polvorientas para llegar a trompicones a mi puesto de trabajo, en el cual debo estar a las 8.
Soy una ciudadana común y corriente.
Que se caga de frio, como toda la gente.
Bienvenido, invierno peruano.
Estoy increiblemente CERDA, a golpe de tacu-tacu's de mariscos, ceviches de pato, arrocitos con pato, chifitas, chifles CARTER (declaro mi adicción), jaleas, consumo compulsivo de coca cola zero (tremendo pretexto), exquisitas tortas de cumpleaños de compañeros de trabajo, sandwiches de supremas de pollo con ají alacena, ketchup y mostaza, Oreo Maní...y siguen firmas. Lo concreto es que puedo sentir mis rollos, siendo pellizcados por su contacto brusco con la hebilla de mi correa, y que ya me han preguntado varios, contentos, cuantos meses tiene y cómo se llamará. Lo concreto es que vengo pensando en estrategias para terminar con esto desde hace siete años, y suspendo la vorágine de gula cuando me gusta alguien, vorágine que reanudo cuando la decepción agobia.
Ya estoy pensando en ASUMIRME como "Gordita Simpática": sólo debo trabajar en la simpatía, lo otro viene como por un tubo, la pinta es lo de menos.
Bombón, oh shit. Fue hermoso recordar los bellos momentos de amigas como película, como aquella película que (dicen algunos) ve uno cuando está a punto de morir. Pero no puede morir, tengo que recuperarlo. Amistad en terapia intensiva, parafrasear a Cerati. Esperar un tiempo prudencial para llamarla, y tratar de no pensar en lo doloroso para no desbarrancar mi ánimo, que lo necesito a tope porque tengo una cantidad inhumana de trabajo, lo cual para workaholics como yo es un puto reto.
Bellota me confrontó en Pardo, mientras disfrutábamos de una caminata dominguera por la fría Pardo de junio, ella ataviada con un simpático chullo que todos los turistas se quedaban mirando. Yo con mi inconfundible jean malgastado, aquel que sujeto con esa correa que me pellizca la panza. Bellota dio su veredicto en favor de la agraviada, Bombón. Pero me dijo que el tema era subsanable, y le compré una galleta.
No tengo ganas de un texto articulado.
Despertarme en estos días invernales es una labor titánica.
Describir mi despertar no lo es.
Mi celular está programado para que la alarma suene a las 6 y 45 a.m. Cuando suena, tal como lo hace el 99.9% de las personas que ponen la alarma para trabajar/estudiar, siento un odio por el mundo porque ese sonido me arranca violentamente de los dulces brazos de Morfeo y su calorcito tan contrastante con la temperatura ambiente. Pestañeo un toque, digamos que en promedio hasta las siete y cuarto. Veo las noticias, itinerando entre Primera Edición y Buenos Días Perú, incluyendo sus propagandas de baja factura como la de la loca esa que le grita al farmacéutico "¡¡¡NOOO SEÑOOOR DESEO PALTOMIEL!!!", o la del triunfador de IDAT al que los ojos se le ponen como de un felino para evidenciar que es un monstruo en computación, o la de SOLGAS una voz en off femenina te indica unos trucos mnemotécnicos para recordar el número de esa empresa y dice "47, la edad de mi marido/4, su edad mental, jijiji-risa burlona-", entre otras que no recuerdo. Y viendo noticias, horrendas en su mayoría, sobre todo las de política (la elección del TC me ha generado vómito y náusea). Cuando estás medio dormida, estás como que medio drogada, y la sensación de ver esa mierda, como que es rarita. 7 y 30: me paro, me aseo, me cambio, tomo desayuno (si es que puedo), y camino entre calles pedregosas y polvorientas para llegar a trompicones a mi puesto de trabajo, en el cual debo estar a las 8.
Soy una ciudadana común y corriente.
Que se caga de frio, como toda la gente.
Bienvenido, invierno peruano.
lunes, 11 de junio de 2007
Bittersweet Weekend
Hi Oh La
Aquí me tienen con otro post emo.
Emo hasta las huevas. Amargo como un puré de espinacas.
Y dulce a la vez.
Y también trivial.
-----------------------------------------------------------
El viernes llegué, después de 3 semanas, a la capetal. Salí directo de la gestión que debí hacer, hacia la expo de Andy Warhol en el CCPUC, que no está tan grave como me comentaron por ahi, ni tan espectacular. Me llamaron la atención un par de cosas: que A.W. haya diseñado la portada de un disco de BOSÉ (siempre Bosé, con sus deliciosas sorpresas), y que cuando juntó a Nico, Reed y compañía para el célebre banana album, de la Velvet, éstos no tenían ni puta idea de tocar algún instrumento, pero pasta tenían.
Recuerdo que Andy Warhol salía en las páginas de sociales de Vanidades y Buen Hogar, que leía con superficial fruición de chica.
2. El sábado fascinante. Con Arturo recorrimos las calles de la ciudad. Hacía tiempo que no hueveaba deliciosamente, con el aire fresco del invierno limeño en la cara, desde Barranco hasta el centro, pasando por Lince y Miraflores (o viceversa). Y conversamos y conversamos y nos reimos de todas las cosas cojudas de las que nos solemos reir. También la indignación: LG y sus malas artes, ejercidas con el propósito de torpedearlo al pobre, que por desgracia o bendición o no sé qué chicha metafísica pueda ser, tiene que coordinar temas de chamba con ella.
((basta))
(((no más titulares para La Maffia)
Se retiró temprano, debido al stress de la oficina que lo tenía con sueño acumulado. Yo quería seguir recorriendo, y recorriendo en soledad, en una soledad que amo y odio, las calles de la juerga miraflorina, como oteándola, con mi mochilita incaica y un Economist en la mano. Terminé de deambular con una algarrobina en la mano, bebida en un bar de música reggae, de esos ad-hoc para mochileros.
Fui momentáneamente felíz.
Luego tomé un taxi, de esos que te cobran más barato porque andan a gas natural. Y me eché en la cama, felíz como Garfield con Lasaña, agradecida de la vida y del maravilloso día de frescura cuasi invernal en mi piel. En efecto dormí como un bebé, y me desperté a las 10. Bebí un café. Dejé por media hora la taza de café con algunos restos. Me disponía a hacer mi mochilita de regreso. Al Bundy jodiendo como la puta madre. Que si soy una conchuda. Que si no lavo. Entre otros improperios. Los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. Demasiado. Más grave aún si está siendo secundado por mi madre. Que continuó los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. El típico acoso, que debería (mejor) ser evaluado por el profesional de la materia.
Me fui a la casa de Bellota y estaba ella ahí, libre, en paz. En el trayecto, sentí que mi mochila (que me hacía ver como una turista más, una pasajera en trance de siempre, un ave migratoria suelta en su propia ciudad), no era una mochila. No sentía su peso. O transmuté su peso en libertad: sentí que tenían otro significado, y significaban alas. Libertad.
Hablamos de un par de mujeres. Las que nos están dejando de inquietar. Nos comimos un combinado, arroz con leche/mazamorra, en una fuente de soda de Lince. Conversamos de muchas cosas. Me preguntó con insistencia si me había amistado con Bombón, a quien aún no conoce. Y creo que no la conocerá, conforme podrán ver en líneas próximas.
Y luego de eso, abordé mi bus-camión.
Entonces el lunes llegó, con mi cuerpo más aligerado, alivianado, pero con la estaca del pleitillo familiar en el corazón. Me desperté con un pensamiento insano: No existe el cariño. O existe, pero es algo demasiado frágil. Me sentí no-querida. Recordé los bouleversements pasados y les eché la culpa de mis traumas y temores, hasta de mis sucesivos fracasos sentimentales (que sin exagerar podrían llamarse "abortos"). Me sentí verdaderamente EMO. Recordé la absurda pelea con Bombón y empecé a sentir ganas de arreglar las cosas.
Cuando sentí el sudor frío de las pérdidas, Funky (con quien me amisto después de meses) me inicia conversación. En un tono cariñoso.
Sentí que no son pérdidas, sentí ese viene-y-va.
Y, como que con ganas de amistarme, le mando a Bombón, ni bien se conecta, el aviso de unos cursos bien chéveres para su carrera, que Gasparín (uno de mis últimos pero frustrados caprichos) me mandó -ambas son colegas aunque no del mismo gremio-. No me contesta, y luego me bloquea.
Me aso, entremezclando la mecha familiar con su silencio, y con nuestro estado mutuo de tensión. Y la bomba estalla con Bombón. No logro recordar exactamente ese momento, ese Hiroshima y Nagasaki entre las dos, esa bomba con Bombón. Pero estallo y le digo su vida. Le dije cosas que jamás imaginé decirle. Me jodió, me jode como la puta madre su actitud de modosita, sobre todo porque utilizó términos que utilizaba la pérfida de la LG.
J'ai PETÉ LES PLOMBS.
Hay palabras que todavía no estoy preparada para escuchar.
Hay palabras que yo no puedo decir. Me desestabilizan.
Y sigo temblando. Estoy como que en shock.
Siento que tengo un largo camino por recorrer. Siento que debo evolucionar. Como toda la gente. Pero, en el camino, los baches me duelen más que a cualquiera. Siempre tuve malos amortiguadores. Que funcionan peor aún cuando siento que la patada dura de la soledad, esa con la que convivo y amo y odio. No puedo ni debo enorgullecerme de algunas de mis reacciones, pero es lo que hay, hasta que consiga cierto solaz espiritual.
Y otra bomba suena. Abro mi hi5, y su perfil ya no está. Estoy eliminada.
(suena infantil, pero es muy de nuestros tiempos: resentirse porque a una laquitadondeljayfai-imaginad voz de Quico, el hijo de doña Flodinda, el rivad ded chavo ded ocho).
Si supieran por qué nos peleamos, incluirían este blog dentro de la categoría "blogs humorísticos". Si, luego, supieran cómo me siento, se lo pensarían 1000 veces.
Pero no quiero perder a Bombón, aunque hice los méritos para conseguirlo. Méritos que me dan un pánico atroz, ese pánico a las pérdidas. Porque cuando algo o alguien se va, siento que perderé el resto de cosas, como los árboles pierden sus hojas de otoño.
Ya. Stop le drama. Mañana será otro día. Mañana será 12, 12 de junio. ¿Qué chucha se celebra el 12 de junio?. ¿Celebraremos que la fecha suma 9, que es mi número-sendero de vida según Connie Méndez?. No sé, y si no hay, habrá que inventarlo, pues. Cualquier placebo será útil para quitarme the weight of the world que llevo dentro.
((vaya, qué exagerada... ¡A DORMIR!))
Aquí me tienen con otro post emo.
Emo hasta las huevas. Amargo como un puré de espinacas.
Y dulce a la vez.
Y también trivial.
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El viernes llegué, después de 3 semanas, a la capetal. Salí directo de la gestión que debí hacer, hacia la expo de Andy Warhol en el CCPUC, que no está tan grave como me comentaron por ahi, ni tan espectacular. Me llamaron la atención un par de cosas: que A.W. haya diseñado la portada de un disco de BOSÉ (siempre Bosé, con sus deliciosas sorpresas), y que cuando juntó a Nico, Reed y compañía para el célebre banana album, de la Velvet, éstos no tenían ni puta idea de tocar algún instrumento, pero pasta tenían.
Recuerdo que Andy Warhol salía en las páginas de sociales de Vanidades y Buen Hogar, que leía con superficial fruición de chica.
2. El sábado fascinante. Con Arturo recorrimos las calles de la ciudad. Hacía tiempo que no hueveaba deliciosamente, con el aire fresco del invierno limeño en la cara, desde Barranco hasta el centro, pasando por Lince y Miraflores (o viceversa). Y conversamos y conversamos y nos reimos de todas las cosas cojudas de las que nos solemos reir. También la indignación: LG y sus malas artes, ejercidas con el propósito de torpedearlo al pobre, que por desgracia o bendición o no sé qué chicha metafísica pueda ser, tiene que coordinar temas de chamba con ella.
((basta))
(((no más titulares para La Maffia)
Se retiró temprano, debido al stress de la oficina que lo tenía con sueño acumulado. Yo quería seguir recorriendo, y recorriendo en soledad, en una soledad que amo y odio, las calles de la juerga miraflorina, como oteándola, con mi mochilita incaica y un Economist en la mano. Terminé de deambular con una algarrobina en la mano, bebida en un bar de música reggae, de esos ad-hoc para mochileros.
Fui momentáneamente felíz.
Luego tomé un taxi, de esos que te cobran más barato porque andan a gas natural. Y me eché en la cama, felíz como Garfield con Lasaña, agradecida de la vida y del maravilloso día de frescura cuasi invernal en mi piel. En efecto dormí como un bebé, y me desperté a las 10. Bebí un café. Dejé por media hora la taza de café con algunos restos. Me disponía a hacer mi mochilita de regreso. Al Bundy jodiendo como la puta madre. Que si soy una conchuda. Que si no lavo. Entre otros improperios. Los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. Demasiado. Más grave aún si está siendo secundado por mi madre. Que continuó los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. El típico acoso, que debería (mejor) ser evaluado por el profesional de la materia.
Me fui a la casa de Bellota y estaba ella ahí, libre, en paz. En el trayecto, sentí que mi mochila (que me hacía ver como una turista más, una pasajera en trance de siempre, un ave migratoria suelta en su propia ciudad), no era una mochila. No sentía su peso. O transmuté su peso en libertad: sentí que tenían otro significado, y significaban alas. Libertad.
Hablamos de un par de mujeres. Las que nos están dejando de inquietar. Nos comimos un combinado, arroz con leche/mazamorra, en una fuente de soda de Lince. Conversamos de muchas cosas. Me preguntó con insistencia si me había amistado con Bombón, a quien aún no conoce. Y creo que no la conocerá, conforme podrán ver en líneas próximas.
Y luego de eso, abordé mi bus-camión.
Entonces el lunes llegó, con mi cuerpo más aligerado, alivianado, pero con la estaca del pleitillo familiar en el corazón. Me desperté con un pensamiento insano: No existe el cariño. O existe, pero es algo demasiado frágil. Me sentí no-querida. Recordé los bouleversements pasados y les eché la culpa de mis traumas y temores, hasta de mis sucesivos fracasos sentimentales (que sin exagerar podrían llamarse "abortos"). Me sentí verdaderamente EMO. Recordé la absurda pelea con Bombón y empecé a sentir ganas de arreglar las cosas.
Cuando sentí el sudor frío de las pérdidas, Funky (con quien me amisto después de meses) me inicia conversación. En un tono cariñoso.
Sentí que no son pérdidas, sentí ese viene-y-va.
Y, como que con ganas de amistarme, le mando a Bombón, ni bien se conecta, el aviso de unos cursos bien chéveres para su carrera, que Gasparín (uno de mis últimos pero frustrados caprichos) me mandó -ambas son colegas aunque no del mismo gremio-. No me contesta, y luego me bloquea.
Me aso, entremezclando la mecha familiar con su silencio, y con nuestro estado mutuo de tensión. Y la bomba estalla con Bombón. No logro recordar exactamente ese momento, ese Hiroshima y Nagasaki entre las dos, esa bomba con Bombón. Pero estallo y le digo su vida. Le dije cosas que jamás imaginé decirle. Me jodió, me jode como la puta madre su actitud de modosita, sobre todo porque utilizó términos que utilizaba la pérfida de la LG.
J'ai PETÉ LES PLOMBS.
Hay palabras que todavía no estoy preparada para escuchar.
Hay palabras que yo no puedo decir. Me desestabilizan.
Y sigo temblando. Estoy como que en shock.
Siento que tengo un largo camino por recorrer. Siento que debo evolucionar. Como toda la gente. Pero, en el camino, los baches me duelen más que a cualquiera. Siempre tuve malos amortiguadores. Que funcionan peor aún cuando siento que la patada dura de la soledad, esa con la que convivo y amo y odio. No puedo ni debo enorgullecerme de algunas de mis reacciones, pero es lo que hay, hasta que consiga cierto solaz espiritual.
Y otra bomba suena. Abro mi hi5, y su perfil ya no está. Estoy eliminada.
(suena infantil, pero es muy de nuestros tiempos: resentirse porque a una laquitadondeljayfai-imaginad voz de Quico, el hijo de doña Flodinda, el rivad ded chavo ded ocho).
Si supieran por qué nos peleamos, incluirían este blog dentro de la categoría "blogs humorísticos". Si, luego, supieran cómo me siento, se lo pensarían 1000 veces.
Pero no quiero perder a Bombón, aunque hice los méritos para conseguirlo. Méritos que me dan un pánico atroz, ese pánico a las pérdidas. Porque cuando algo o alguien se va, siento que perderé el resto de cosas, como los árboles pierden sus hojas de otoño.
Ya. Stop le drama. Mañana será otro día. Mañana será 12, 12 de junio. ¿Qué chucha se celebra el 12 de junio?. ¿Celebraremos que la fecha suma 9, que es mi número-sendero de vida según Connie Méndez?. No sé, y si no hay, habrá que inventarlo, pues. Cualquier placebo será útil para quitarme the weight of the world que llevo dentro.
((vaya, qué exagerada... ¡A DORMIR!))
lunes, 4 de junio de 2007
Andrea Montenegro
Ayer por la noche no tuve ganas de hacer nada más que abandonarme a la pereza, aparrarme con mis almohadas, apretujar mi control remoto, ponerme a zappear. Y luego del zappeo aterrizar en el programa de Jaime Bayly, donde se presentó la díscola Andrea Montenegro.
(¿Y qué chucha hago hablando de Farándula? ¿Aspiro acaso a alguna columna en algún diariucho, quizá de esta nunca coronada villa?).
(I'm bored, haciendo tiempo para el gym)
(eso es lo que pasa)
Reconozcamos que está guapa. Siempre ha sido guapa, pero hay que confesar que sus desnudos en Interviú son la gloire. El borroso recuerdo de sus escándalos, sus intentos de suicidio por oscuros productores, sus ruidosas infracciones de tránsito (por otras "parejas sentimentales" -no a la banalización de la palabra "pareja"), bajaban sus bonos, que sus legítimas mechas con la mostra de la Urba Huacho no lograron hacer repuntar. Pero es claro, muy claro, el recuerdo de la mirada que me mandó mientras tomaba yo un café en una reunión informal de trabajo, allá por el 99, en el Café Café. En ese entonces, el enrevesado personaje salía (presumiblemente), de ensayar para la obra de teatro que estaba presentando, en la que hacía (según vagamente recuerdo) de trans-hombre (para los dummies: transexual que va de mujer a hombre). O chito o algo por el estilo (no es lo mismo, pero no me acuerdo, p-e-s). Posiblemente haya querido introducirse más en el personaje. No me importa: la recuerdo rica.
Siempre ví en ella, pese a su proverbial "farandulez" (estoy viendo mucha tv venezolana lately, o sea, i mean, perdónenme los neologismos baratos, a los que son tan afectos los naturales de la tierra del liqui liqui), cierto atisbo de inteligencia. Ayer la demostró con creces, aunque con su inconfundible hablar atropellado, acelerado, de mujer obsesiva, un tanto más tranquila (ya es mamá), pero con el mismo prurito de aquello que llaman locura, o que se le parece.
El detalle que noté, en la entrevista, fue su marcado acento colombiano. Como se sabe, la actríz "radica" (risible y peruanísimo término que nace a raíz de la inmigración ilegal, I suppose, para darle más caché a tal hecho, pero que se ha extendido a los artistas y/o a los que viven fuera en situación legal, aunque no deja de sonar bien pacharaco) en la capital del país del vallenato. En lo personal, y en principio, no me jode que alguien que viva en un país en que se hable nuestra lengua, lo haga al estilo del país de acogida. Pero no puedo negar que sonó un poco huachafa diciendo, en tono completamente cafetalero, "esh que scho ahora cuando condushco un auto reshpeto lash sheñalesh de transhito porquhhe shoy muy juishiosha", pero después pensé que posiblemente se trate de una forma de romper con ese pasado de nubes, de sombras y de voices in her head, que con tanto ahínco ella y la prensa construyeron en este país que la ominosa cadena arrastró.
I insist: ¿qué hago hablando de farándula?
(me voy al gym)
(¿Y qué chucha hago hablando de Farándula? ¿Aspiro acaso a alguna columna en algún diariucho, quizá de esta nunca coronada villa?).
(I'm bored, haciendo tiempo para el gym)
(eso es lo que pasa)
Reconozcamos que está guapa. Siempre ha sido guapa, pero hay que confesar que sus desnudos en Interviú son la gloire. El borroso recuerdo de sus escándalos, sus intentos de suicidio por oscuros productores, sus ruidosas infracciones de tránsito (por otras "parejas sentimentales" -no a la banalización de la palabra "pareja"), bajaban sus bonos, que sus legítimas mechas con la mostra de la Urba Huacho no lograron hacer repuntar. Pero es claro, muy claro, el recuerdo de la mirada que me mandó mientras tomaba yo un café en una reunión informal de trabajo, allá por el 99, en el Café Café. En ese entonces, el enrevesado personaje salía (presumiblemente), de ensayar para la obra de teatro que estaba presentando, en la que hacía (según vagamente recuerdo) de trans-hombre (para los dummies: transexual que va de mujer a hombre). O chito o algo por el estilo (no es lo mismo, pero no me acuerdo, p-e-s). Posiblemente haya querido introducirse más en el personaje. No me importa: la recuerdo rica.
Siempre ví en ella, pese a su proverbial "farandulez" (estoy viendo mucha tv venezolana lately, o sea, i mean, perdónenme los neologismos baratos, a los que son tan afectos los naturales de la tierra del liqui liqui), cierto atisbo de inteligencia. Ayer la demostró con creces, aunque con su inconfundible hablar atropellado, acelerado, de mujer obsesiva, un tanto más tranquila (ya es mamá), pero con el mismo prurito de aquello que llaman locura, o que se le parece.
El detalle que noté, en la entrevista, fue su marcado acento colombiano. Como se sabe, la actríz "radica" (risible y peruanísimo término que nace a raíz de la inmigración ilegal, I suppose, para darle más caché a tal hecho, pero que se ha extendido a los artistas y/o a los que viven fuera en situación legal, aunque no deja de sonar bien pacharaco) en la capital del país del vallenato. En lo personal, y en principio, no me jode que alguien que viva en un país en que se hable nuestra lengua, lo haga al estilo del país de acogida. Pero no puedo negar que sonó un poco huachafa diciendo, en tono completamente cafetalero, "esh que scho ahora cuando condushco un auto reshpeto lash sheñalesh de transhito porquhhe shoy muy juishiosha", pero después pensé que posiblemente se trate de una forma de romper con ese pasado de nubes, de sombras y de voices in her head, que con tanto ahínco ella y la prensa construyeron en este país que la ominosa cadena arrastró.
I insist: ¿qué hago hablando de farándula?
(me voy al gym)
viernes, 1 de junio de 2007
A por ella, oh-eh
Mañana me quedo aquí, en esta misteriosa ciudad -cuyo nombre me rehuso a revelar- porque tengo chamba acumulada, y, además, no quiero gastar el dinero que con tanta sangre, sudor, y lágrimas, he podido generar, en una Lima cada vez más cara. También quería disfrutar del solaz de mi departamento, claro está, previa limpieza a fondo (está hecho un chiquero dada mi abrumadora cantidad de trabajo). Pero Mamá ha llamado y me dice que quiere pasar el fin de semana aquí.
Por ella, no tengo problema. Que venga nomás, aparte que nos divertimos juntas con sus amigas de por estos lares.
El problema es que viene con Al Bundy. Esa lonchera que (el hartazgo no es suficiente para el desprendimiento o para ser tajante), lleva hace más de 25 años. Viene con Al Bundy. O sea, el ansiado descanso, que iba a tener en mi departamento este fin de semana, ha quedado suspendido.
Al Bundy es lacra por naturaleza. Y tiene fases. Ahora, se las da de "defensor" de los intereses de los padres. No es mi padre, pero esa encarnizada y reciente defensa, es más bien un pretexto para algo que sí es permanente en el: las ganas de joder. Está prendado de mi magro sueldo, y su orillero discursete tonto de "tu madre te ha pagado la universidad-dale plata" me tiene intoxicada.
Después de haberme hecho la vida imposible durante todo este torturador tiempo (al punto que le debería pedir una indemnización por daño moral), no contento con haberse comportado como el peor de los padrastros, mañana arribará con el deseo de seguir jodiendo y repitiendo sus patéticas monsergas. A mi madre, dicho sea de paso, no le importa mucho. Pero me jode que, por comodona (prefiere que Al Bundy haga de chofer de turno, aguantándolo, y no gastar el poco dinero que representa venirse en un ómnibus interprovincial a esta mi humilde morada), me chante a este "eructador" profesional que, al final, pretende, ridículamente, que le pague desayunos y lonches en los que está presente mi madre, usufructuando su presencia (el que más pide, cual si fuera niñito caprichoso, es él), entre otras gollerías.
Mañana, el Bundy Drácula vendrá a por mi sueldo, a por mi tranquilidad, a por mi esfuerzo. Haré todo lo posible para que no venza.
Recen por que la sangroneada no sea hemorrágica, s'il vous plait.
Por ella, no tengo problema. Que venga nomás, aparte que nos divertimos juntas con sus amigas de por estos lares.
El problema es que viene con Al Bundy. Esa lonchera que (el hartazgo no es suficiente para el desprendimiento o para ser tajante), lleva hace más de 25 años. Viene con Al Bundy. O sea, el ansiado descanso, que iba a tener en mi departamento este fin de semana, ha quedado suspendido.
Al Bundy es lacra por naturaleza. Y tiene fases. Ahora, se las da de "defensor" de los intereses de los padres. No es mi padre, pero esa encarnizada y reciente defensa, es más bien un pretexto para algo que sí es permanente en el: las ganas de joder. Está prendado de mi magro sueldo, y su orillero discursete tonto de "tu madre te ha pagado la universidad-dale plata" me tiene intoxicada.
Después de haberme hecho la vida imposible durante todo este torturador tiempo (al punto que le debería pedir una indemnización por daño moral), no contento con haberse comportado como el peor de los padrastros, mañana arribará con el deseo de seguir jodiendo y repitiendo sus patéticas monsergas. A mi madre, dicho sea de paso, no le importa mucho. Pero me jode que, por comodona (prefiere que Al Bundy haga de chofer de turno, aguantándolo, y no gastar el poco dinero que representa venirse en un ómnibus interprovincial a esta mi humilde morada), me chante a este "eructador" profesional que, al final, pretende, ridículamente, que le pague desayunos y lonches en los que está presente mi madre, usufructuando su presencia (el que más pide, cual si fuera niñito caprichoso, es él), entre otras gollerías.
Mañana, el Bundy Drácula vendrá a por mi sueldo, a por mi tranquilidad, a por mi esfuerzo. Haré todo lo posible para que no venza.
Recen por que la sangroneada no sea hemorrágica, s'il vous plait.
lunes, 28 de mayo de 2007
Gustavo Cerati
Esa gotita que caía por mi mejilla el viernes pasado fue por las huevas, cuando me la crucé en alguna calle y me di cuenta, once again, de que tiene la nariz muy grande y cara de antipática (aunque sobre esto último: para mí no lo es, y la defiendo siempre frente a diversas amistades que sostienen lo contrario). Y de que no da para tanto este culantro, que yace en mi corazón.
Aparte de estar consciente de no gustarle.
(historia de tutta la vita)
Pero la veo cada tres meses y en el interín y mientras chateamos, la ilusión va creciendo, hasta caer cuando la veo, aunque a veces la veo guapa y uf, remonta la cosa.
Es circular la huevada.
I never
never know.
Aparte de estar consciente de no gustarle.
(historia de tutta la vita)
Pero la veo cada tres meses y en el interín y mientras chateamos, la ilusión va creciendo, hasta caer cuando la veo, aunque a veces la veo guapa y uf, remonta la cosa.
Es circular la huevada.
I never
never know.
¿Apocadilla?
De nuevo frente a un teclado terapéutico. De nuevo frente a la pantalla despiadada que me hace arder los ojos. Ahora ando en casilla, bueno, casi, pero siempre fuera de mis casillas, como siempre.
Sólo puedo decir que estoy un poco apocada. Que me da miedo decir y me da miedo callar. Que me callo y me callo, y me desespero.
Hola a todos.
Soy la de siempre, pero ahora, luego de un receso de 2 años, he vuelto a ser una funcionaria en funciones. He regresado a los tacos, el sastre, pero ahora camino sobre calles pedregosas y polvorientas. Todo sea por progresar, además, la chamba in itself ta' bonita.
El reencuentro ha sido duro. El aterrizaje aterrador. Del (dizque) primer mundo a Perú-Provincias hay un gap impresionante, pero no quiero hablar en términos de "superior"-"inferior", pero sí de cuestiones que para mí son conquistas como MI vida y MI privacidad. Aunque, confesemos, tambien se me hace insoportable el ruido de las mototaxis y Daddy Yankee en equipos estereofónicos, los ojos clavados en una porque una "no es de aqui" y las preguntas interminables e invasivas, los buses-camión de cada fin de semana, y el inconfundible olor a cuy frito con aceite cil de las diversas fondas de la ciudad (aunque se come demasiado bien, el ver un cuy chactado y muy bien aderezado en el plato de mi jefe me ha hecho adelantar mi decisión de suprimir mi consumo de carne -prevista para mis 35 años).
Impactante.
(eso sí: no existen las combis, satánico invento).
Pero de todo se aprende. Nunca he tenido una experiencia similar in my entire life.
Este blog es caleta, ¿ya?.
No links.
Pero va a estar bacán. Se los prometo.
Sólo puedo decir que estoy un poco apocada. Que me da miedo decir y me da miedo callar. Que me callo y me callo, y me desespero.
Hola a todos.
Soy la de siempre, pero ahora, luego de un receso de 2 años, he vuelto a ser una funcionaria en funciones. He regresado a los tacos, el sastre, pero ahora camino sobre calles pedregosas y polvorientas. Todo sea por progresar, además, la chamba in itself ta' bonita.
El reencuentro ha sido duro. El aterrizaje aterrador. Del (dizque) primer mundo a Perú-Provincias hay un gap impresionante, pero no quiero hablar en términos de "superior"-"inferior", pero sí de cuestiones que para mí son conquistas como MI vida y MI privacidad. Aunque, confesemos, tambien se me hace insoportable el ruido de las mototaxis y Daddy Yankee en equipos estereofónicos, los ojos clavados en una porque una "no es de aqui" y las preguntas interminables e invasivas, los buses-camión de cada fin de semana, y el inconfundible olor a cuy frito con aceite cil de las diversas fondas de la ciudad (aunque se come demasiado bien, el ver un cuy chactado y muy bien aderezado en el plato de mi jefe me ha hecho adelantar mi decisión de suprimir mi consumo de carne -prevista para mis 35 años).
Impactante.
(eso sí: no existen las combis, satánico invento).
Pero de todo se aprende. Nunca he tenido una experiencia similar in my entire life.
Este blog es caleta, ¿ya?.
No links.
Pero va a estar bacán. Se los prometo.
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