Era necesario subir más para el norte. Primeras vacaciones después del regreso, refugio celestial frente al frio que azota, porque una eterna primavera vale más que mil veranos.
Es realmente reconfortante haber venido. No me arrepiento ni una milésima de ápice. He comido como reina, he bebido, he caminado por unas calles casi impecables, por esas calles por las que mi grandma recorrió su niñez y juventud. He mirado los balcones liberteños, muy bien conservados, y no he sentido envidia, sino orgullo, porque de alguna manera yo soy parte de estas tierras, simplemente porque, traida en los veranos por mis familiares, encontraba la magia resbalándome por esas columnas del monumento de la Plaza de Armas, que parecen toboganes, y me pude mirar en los ojos de felicidad de esos niños que, más de veinte años después, hacen lo mismo.
También he gileado (inspección ocular only), con un par de huevonas. De más está decir que, en el interior del país, esta ciudad es la capital gay. Fábrica de rosquillas por antonomasia (algunas envueltas y otras muy desenvueltas -diría yo que demasiado-), no se trata precisamente de una ciudad de provinciana homofobia. También he bailado (por la pereza de ir hacia la lejana Punto G), en locales straight donde todos se conocían, y, de pronto, me he visto infiltrada y disfrutando canciones tontas a todo pulmón entre, presumiblemente, unos Manucci, Ganoza o Pinillos.
Cuando viajo me invaden muchas letras. Debería tener un Moleskine o una libretita Justus aunque sea, algún cuadernito más manejable que mi agenda (que además está destinada a satisfacer las necesidades de mi vida "seria" y en ese territorio se debe quedar). Es que cuando me siento frente a un teclado me viene la amnesia, y las ideas se me van volando como golondrinas y se me han ido hasta Huanchaco.
Como nada ni nadie es perfecto, la omnipresencia de Haya de La Torre en cuanta calle y plaza es disgustante. Pero lo enervante de ver por todas partes la nariz aguileña del líder histórico, se ve compensado por una ciudad que está, que pone, y que promete. Que viva Trujillo, carajo.
domingo, 1 de julio de 2007
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