Tengo las manos congeladas y acabo de bajar la mirada hacia pantalla y teclado, luego de haber estado mirando el techo de esta cabina nortechicense, pensando en qué escribir.
Estoy increiblemente CERDA, a golpe de tacu-tacu's de mariscos, ceviches de pato, arrocitos con pato, chifitas, chifles CARTER (declaro mi adicción), jaleas, consumo compulsivo de coca cola zero (tremendo pretexto), exquisitas tortas de cumpleaños de compañeros de trabajo, sandwiches de supremas de pollo con ají alacena, ketchup y mostaza, Oreo Maní...y siguen firmas. Lo concreto es que puedo sentir mis rollos, siendo pellizcados por su contacto brusco con la hebilla de mi correa, y que ya me han preguntado varios, contentos, cuantos meses tiene y cómo se llamará. Lo concreto es que vengo pensando en estrategias para terminar con esto desde hace siete años, y suspendo la vorágine de gula cuando me gusta alguien, vorágine que reanudo cuando la decepción agobia.
Ya estoy pensando en ASUMIRME como "Gordita Simpática": sólo debo trabajar en la simpatía, lo otro viene como por un tubo, la pinta es lo de menos.
Bombón, oh shit. Fue hermoso recordar los bellos momentos de amigas como película, como aquella película que (dicen algunos) ve uno cuando está a punto de morir. Pero no puede morir, tengo que recuperarlo. Amistad en terapia intensiva, parafrasear a Cerati. Esperar un tiempo prudencial para llamarla, y tratar de no pensar en lo doloroso para no desbarrancar mi ánimo, que lo necesito a tope porque tengo una cantidad inhumana de trabajo, lo cual para workaholics como yo es un puto reto.
Bellota me confrontó en Pardo, mientras disfrutábamos de una caminata dominguera por la fría Pardo de junio, ella ataviada con un simpático chullo que todos los turistas se quedaban mirando. Yo con mi inconfundible jean malgastado, aquel que sujeto con esa correa que me pellizca la panza. Bellota dio su veredicto en favor de la agraviada, Bombón. Pero me dijo que el tema era subsanable, y le compré una galleta.
No tengo ganas de un texto articulado.
Despertarme en estos días invernales es una labor titánica.
Describir mi despertar no lo es.
Mi celular está programado para que la alarma suene a las 6 y 45 a.m. Cuando suena, tal como lo hace el 99.9% de las personas que ponen la alarma para trabajar/estudiar, siento un odio por el mundo porque ese sonido me arranca violentamente de los dulces brazos de Morfeo y su calorcito tan contrastante con la temperatura ambiente. Pestañeo un toque, digamos que en promedio hasta las siete y cuarto. Veo las noticias, itinerando entre Primera Edición y Buenos Días Perú, incluyendo sus propagandas de baja factura como la de la loca esa que le grita al farmacéutico "¡¡¡NOOO SEÑOOOR DESEO PALTOMIEL!!!", o la del triunfador de IDAT al que los ojos se le ponen como de un felino para evidenciar que es un monstruo en computación, o la de SOLGAS una voz en off femenina te indica unos trucos mnemotécnicos para recordar el número de esa empresa y dice "47, la edad de mi marido/4, su edad mental, jijiji-risa burlona-", entre otras que no recuerdo. Y viendo noticias, horrendas en su mayoría, sobre todo las de política (la elección del TC me ha generado vómito y náusea). Cuando estás medio dormida, estás como que medio drogada, y la sensación de ver esa mierda, como que es rarita. 7 y 30: me paro, me aseo, me cambio, tomo desayuno (si es que puedo), y camino entre calles pedregosas y polvorientas para llegar a trompicones a mi puesto de trabajo, en el cual debo estar a las 8.
Soy una ciudadana común y corriente.
Que se caga de frio, como toda la gente.
Bienvenido, invierno peruano.
jueves, 21 de junio de 2007
lunes, 11 de junio de 2007
Bittersweet Weekend
Hi Oh La
Aquí me tienen con otro post emo.
Emo hasta las huevas. Amargo como un puré de espinacas.
Y dulce a la vez.
Y también trivial.
-----------------------------------------------------------
El viernes llegué, después de 3 semanas, a la capetal. Salí directo de la gestión que debí hacer, hacia la expo de Andy Warhol en el CCPUC, que no está tan grave como me comentaron por ahi, ni tan espectacular. Me llamaron la atención un par de cosas: que A.W. haya diseñado la portada de un disco de BOSÉ (siempre Bosé, con sus deliciosas sorpresas), y que cuando juntó a Nico, Reed y compañía para el célebre banana album, de la Velvet, éstos no tenían ni puta idea de tocar algún instrumento, pero pasta tenían.
Recuerdo que Andy Warhol salía en las páginas de sociales de Vanidades y Buen Hogar, que leía con superficial fruición de chica.
2. El sábado fascinante. Con Arturo recorrimos las calles de la ciudad. Hacía tiempo que no hueveaba deliciosamente, con el aire fresco del invierno limeño en la cara, desde Barranco hasta el centro, pasando por Lince y Miraflores (o viceversa). Y conversamos y conversamos y nos reimos de todas las cosas cojudas de las que nos solemos reir. También la indignación: LG y sus malas artes, ejercidas con el propósito de torpedearlo al pobre, que por desgracia o bendición o no sé qué chicha metafísica pueda ser, tiene que coordinar temas de chamba con ella.
((basta))
(((no más titulares para La Maffia)
Se retiró temprano, debido al stress de la oficina que lo tenía con sueño acumulado. Yo quería seguir recorriendo, y recorriendo en soledad, en una soledad que amo y odio, las calles de la juerga miraflorina, como oteándola, con mi mochilita incaica y un Economist en la mano. Terminé de deambular con una algarrobina en la mano, bebida en un bar de música reggae, de esos ad-hoc para mochileros.
Fui momentáneamente felíz.
Luego tomé un taxi, de esos que te cobran más barato porque andan a gas natural. Y me eché en la cama, felíz como Garfield con Lasaña, agradecida de la vida y del maravilloso día de frescura cuasi invernal en mi piel. En efecto dormí como un bebé, y me desperté a las 10. Bebí un café. Dejé por media hora la taza de café con algunos restos. Me disponía a hacer mi mochilita de regreso. Al Bundy jodiendo como la puta madre. Que si soy una conchuda. Que si no lavo. Entre otros improperios. Los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. Demasiado. Más grave aún si está siendo secundado por mi madre. Que continuó los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. El típico acoso, que debería (mejor) ser evaluado por el profesional de la materia.
Me fui a la casa de Bellota y estaba ella ahí, libre, en paz. En el trayecto, sentí que mi mochila (que me hacía ver como una turista más, una pasajera en trance de siempre, un ave migratoria suelta en su propia ciudad), no era una mochila. No sentía su peso. O transmuté su peso en libertad: sentí que tenían otro significado, y significaban alas. Libertad.
Hablamos de un par de mujeres. Las que nos están dejando de inquietar. Nos comimos un combinado, arroz con leche/mazamorra, en una fuente de soda de Lince. Conversamos de muchas cosas. Me preguntó con insistencia si me había amistado con Bombón, a quien aún no conoce. Y creo que no la conocerá, conforme podrán ver en líneas próximas.
Y luego de eso, abordé mi bus-camión.
Entonces el lunes llegó, con mi cuerpo más aligerado, alivianado, pero con la estaca del pleitillo familiar en el corazón. Me desperté con un pensamiento insano: No existe el cariño. O existe, pero es algo demasiado frágil. Me sentí no-querida. Recordé los bouleversements pasados y les eché la culpa de mis traumas y temores, hasta de mis sucesivos fracasos sentimentales (que sin exagerar podrían llamarse "abortos"). Me sentí verdaderamente EMO. Recordé la absurda pelea con Bombón y empecé a sentir ganas de arreglar las cosas.
Cuando sentí el sudor frío de las pérdidas, Funky (con quien me amisto después de meses) me inicia conversación. En un tono cariñoso.
Sentí que no son pérdidas, sentí ese viene-y-va.
Y, como que con ganas de amistarme, le mando a Bombón, ni bien se conecta, el aviso de unos cursos bien chéveres para su carrera, que Gasparín (uno de mis últimos pero frustrados caprichos) me mandó -ambas son colegas aunque no del mismo gremio-. No me contesta, y luego me bloquea.
Me aso, entremezclando la mecha familiar con su silencio, y con nuestro estado mutuo de tensión. Y la bomba estalla con Bombón. No logro recordar exactamente ese momento, ese Hiroshima y Nagasaki entre las dos, esa bomba con Bombón. Pero estallo y le digo su vida. Le dije cosas que jamás imaginé decirle. Me jodió, me jode como la puta madre su actitud de modosita, sobre todo porque utilizó términos que utilizaba la pérfida de la LG.
J'ai PETÉ LES PLOMBS.
Hay palabras que todavía no estoy preparada para escuchar.
Hay palabras que yo no puedo decir. Me desestabilizan.
Y sigo temblando. Estoy como que en shock.
Siento que tengo un largo camino por recorrer. Siento que debo evolucionar. Como toda la gente. Pero, en el camino, los baches me duelen más que a cualquiera. Siempre tuve malos amortiguadores. Que funcionan peor aún cuando siento que la patada dura de la soledad, esa con la que convivo y amo y odio. No puedo ni debo enorgullecerme de algunas de mis reacciones, pero es lo que hay, hasta que consiga cierto solaz espiritual.
Y otra bomba suena. Abro mi hi5, y su perfil ya no está. Estoy eliminada.
(suena infantil, pero es muy de nuestros tiempos: resentirse porque a una laquitadondeljayfai-imaginad voz de Quico, el hijo de doña Flodinda, el rivad ded chavo ded ocho).
Si supieran por qué nos peleamos, incluirían este blog dentro de la categoría "blogs humorísticos". Si, luego, supieran cómo me siento, se lo pensarían 1000 veces.
Pero no quiero perder a Bombón, aunque hice los méritos para conseguirlo. Méritos que me dan un pánico atroz, ese pánico a las pérdidas. Porque cuando algo o alguien se va, siento que perderé el resto de cosas, como los árboles pierden sus hojas de otoño.
Ya. Stop le drama. Mañana será otro día. Mañana será 12, 12 de junio. ¿Qué chucha se celebra el 12 de junio?. ¿Celebraremos que la fecha suma 9, que es mi número-sendero de vida según Connie Méndez?. No sé, y si no hay, habrá que inventarlo, pues. Cualquier placebo será útil para quitarme the weight of the world que llevo dentro.
((vaya, qué exagerada... ¡A DORMIR!))
Aquí me tienen con otro post emo.
Emo hasta las huevas. Amargo como un puré de espinacas.
Y dulce a la vez.
Y también trivial.
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El viernes llegué, después de 3 semanas, a la capetal. Salí directo de la gestión que debí hacer, hacia la expo de Andy Warhol en el CCPUC, que no está tan grave como me comentaron por ahi, ni tan espectacular. Me llamaron la atención un par de cosas: que A.W. haya diseñado la portada de un disco de BOSÉ (siempre Bosé, con sus deliciosas sorpresas), y que cuando juntó a Nico, Reed y compañía para el célebre banana album, de la Velvet, éstos no tenían ni puta idea de tocar algún instrumento, pero pasta tenían.
Recuerdo que Andy Warhol salía en las páginas de sociales de Vanidades y Buen Hogar, que leía con superficial fruición de chica.
2. El sábado fascinante. Con Arturo recorrimos las calles de la ciudad. Hacía tiempo que no hueveaba deliciosamente, con el aire fresco del invierno limeño en la cara, desde Barranco hasta el centro, pasando por Lince y Miraflores (o viceversa). Y conversamos y conversamos y nos reimos de todas las cosas cojudas de las que nos solemos reir. También la indignación: LG y sus malas artes, ejercidas con el propósito de torpedearlo al pobre, que por desgracia o bendición o no sé qué chicha metafísica pueda ser, tiene que coordinar temas de chamba con ella.
((basta))
(((no más titulares para La Maffia)
Se retiró temprano, debido al stress de la oficina que lo tenía con sueño acumulado. Yo quería seguir recorriendo, y recorriendo en soledad, en una soledad que amo y odio, las calles de la juerga miraflorina, como oteándola, con mi mochilita incaica y un Economist en la mano. Terminé de deambular con una algarrobina en la mano, bebida en un bar de música reggae, de esos ad-hoc para mochileros.
Fui momentáneamente felíz.
Luego tomé un taxi, de esos que te cobran más barato porque andan a gas natural. Y me eché en la cama, felíz como Garfield con Lasaña, agradecida de la vida y del maravilloso día de frescura cuasi invernal en mi piel. En efecto dormí como un bebé, y me desperté a las 10. Bebí un café. Dejé por media hora la taza de café con algunos restos. Me disponía a hacer mi mochilita de regreso. Al Bundy jodiendo como la puta madre. Que si soy una conchuda. Que si no lavo. Entre otros improperios. Los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. Demasiado. Más grave aún si está siendo secundado por mi madre. Que continuó los típicos improperios de familia de traumas clasemedierobaja de algún distrito de la capital peruana. El típico acoso, que debería (mejor) ser evaluado por el profesional de la materia.
Me fui a la casa de Bellota y estaba ella ahí, libre, en paz. En el trayecto, sentí que mi mochila (que me hacía ver como una turista más, una pasajera en trance de siempre, un ave migratoria suelta en su propia ciudad), no era una mochila. No sentía su peso. O transmuté su peso en libertad: sentí que tenían otro significado, y significaban alas. Libertad.
Hablamos de un par de mujeres. Las que nos están dejando de inquietar. Nos comimos un combinado, arroz con leche/mazamorra, en una fuente de soda de Lince. Conversamos de muchas cosas. Me preguntó con insistencia si me había amistado con Bombón, a quien aún no conoce. Y creo que no la conocerá, conforme podrán ver en líneas próximas.
Y luego de eso, abordé mi bus-camión.
Entonces el lunes llegó, con mi cuerpo más aligerado, alivianado, pero con la estaca del pleitillo familiar en el corazón. Me desperté con un pensamiento insano: No existe el cariño. O existe, pero es algo demasiado frágil. Me sentí no-querida. Recordé los bouleversements pasados y les eché la culpa de mis traumas y temores, hasta de mis sucesivos fracasos sentimentales (que sin exagerar podrían llamarse "abortos"). Me sentí verdaderamente EMO. Recordé la absurda pelea con Bombón y empecé a sentir ganas de arreglar las cosas.
Cuando sentí el sudor frío de las pérdidas, Funky (con quien me amisto después de meses) me inicia conversación. En un tono cariñoso.
Sentí que no son pérdidas, sentí ese viene-y-va.
Y, como que con ganas de amistarme, le mando a Bombón, ni bien se conecta, el aviso de unos cursos bien chéveres para su carrera, que Gasparín (uno de mis últimos pero frustrados caprichos) me mandó -ambas son colegas aunque no del mismo gremio-. No me contesta, y luego me bloquea.
Me aso, entremezclando la mecha familiar con su silencio, y con nuestro estado mutuo de tensión. Y la bomba estalla con Bombón. No logro recordar exactamente ese momento, ese Hiroshima y Nagasaki entre las dos, esa bomba con Bombón. Pero estallo y le digo su vida. Le dije cosas que jamás imaginé decirle. Me jodió, me jode como la puta madre su actitud de modosita, sobre todo porque utilizó términos que utilizaba la pérfida de la LG.
J'ai PETÉ LES PLOMBS.
Hay palabras que todavía no estoy preparada para escuchar.
Hay palabras que yo no puedo decir. Me desestabilizan.
Y sigo temblando. Estoy como que en shock.
Siento que tengo un largo camino por recorrer. Siento que debo evolucionar. Como toda la gente. Pero, en el camino, los baches me duelen más que a cualquiera. Siempre tuve malos amortiguadores. Que funcionan peor aún cuando siento que la patada dura de la soledad, esa con la que convivo y amo y odio. No puedo ni debo enorgullecerme de algunas de mis reacciones, pero es lo que hay, hasta que consiga cierto solaz espiritual.
Y otra bomba suena. Abro mi hi5, y su perfil ya no está. Estoy eliminada.
(suena infantil, pero es muy de nuestros tiempos: resentirse porque a una laquitadondeljayfai-imaginad voz de Quico, el hijo de doña Flodinda, el rivad ded chavo ded ocho).
Si supieran por qué nos peleamos, incluirían este blog dentro de la categoría "blogs humorísticos". Si, luego, supieran cómo me siento, se lo pensarían 1000 veces.
Pero no quiero perder a Bombón, aunque hice los méritos para conseguirlo. Méritos que me dan un pánico atroz, ese pánico a las pérdidas. Porque cuando algo o alguien se va, siento que perderé el resto de cosas, como los árboles pierden sus hojas de otoño.
Ya. Stop le drama. Mañana será otro día. Mañana será 12, 12 de junio. ¿Qué chucha se celebra el 12 de junio?. ¿Celebraremos que la fecha suma 9, que es mi número-sendero de vida según Connie Méndez?. No sé, y si no hay, habrá que inventarlo, pues. Cualquier placebo será útil para quitarme the weight of the world que llevo dentro.
((vaya, qué exagerada... ¡A DORMIR!))
lunes, 4 de junio de 2007
Andrea Montenegro
Ayer por la noche no tuve ganas de hacer nada más que abandonarme a la pereza, aparrarme con mis almohadas, apretujar mi control remoto, ponerme a zappear. Y luego del zappeo aterrizar en el programa de Jaime Bayly, donde se presentó la díscola Andrea Montenegro.
(¿Y qué chucha hago hablando de Farándula? ¿Aspiro acaso a alguna columna en algún diariucho, quizá de esta nunca coronada villa?).
(I'm bored, haciendo tiempo para el gym)
(eso es lo que pasa)
Reconozcamos que está guapa. Siempre ha sido guapa, pero hay que confesar que sus desnudos en Interviú son la gloire. El borroso recuerdo de sus escándalos, sus intentos de suicidio por oscuros productores, sus ruidosas infracciones de tránsito (por otras "parejas sentimentales" -no a la banalización de la palabra "pareja"), bajaban sus bonos, que sus legítimas mechas con la mostra de la Urba Huacho no lograron hacer repuntar. Pero es claro, muy claro, el recuerdo de la mirada que me mandó mientras tomaba yo un café en una reunión informal de trabajo, allá por el 99, en el Café Café. En ese entonces, el enrevesado personaje salía (presumiblemente), de ensayar para la obra de teatro que estaba presentando, en la que hacía (según vagamente recuerdo) de trans-hombre (para los dummies: transexual que va de mujer a hombre). O chito o algo por el estilo (no es lo mismo, pero no me acuerdo, p-e-s). Posiblemente haya querido introducirse más en el personaje. No me importa: la recuerdo rica.
Siempre ví en ella, pese a su proverbial "farandulez" (estoy viendo mucha tv venezolana lately, o sea, i mean, perdónenme los neologismos baratos, a los que son tan afectos los naturales de la tierra del liqui liqui), cierto atisbo de inteligencia. Ayer la demostró con creces, aunque con su inconfundible hablar atropellado, acelerado, de mujer obsesiva, un tanto más tranquila (ya es mamá), pero con el mismo prurito de aquello que llaman locura, o que se le parece.
El detalle que noté, en la entrevista, fue su marcado acento colombiano. Como se sabe, la actríz "radica" (risible y peruanísimo término que nace a raíz de la inmigración ilegal, I suppose, para darle más caché a tal hecho, pero que se ha extendido a los artistas y/o a los que viven fuera en situación legal, aunque no deja de sonar bien pacharaco) en la capital del país del vallenato. En lo personal, y en principio, no me jode que alguien que viva en un país en que se hable nuestra lengua, lo haga al estilo del país de acogida. Pero no puedo negar que sonó un poco huachafa diciendo, en tono completamente cafetalero, "esh que scho ahora cuando condushco un auto reshpeto lash sheñalesh de transhito porquhhe shoy muy juishiosha", pero después pensé que posiblemente se trate de una forma de romper con ese pasado de nubes, de sombras y de voices in her head, que con tanto ahínco ella y la prensa construyeron en este país que la ominosa cadena arrastró.
I insist: ¿qué hago hablando de farándula?
(me voy al gym)
(¿Y qué chucha hago hablando de Farándula? ¿Aspiro acaso a alguna columna en algún diariucho, quizá de esta nunca coronada villa?).
(I'm bored, haciendo tiempo para el gym)
(eso es lo que pasa)
Reconozcamos que está guapa. Siempre ha sido guapa, pero hay que confesar que sus desnudos en Interviú son la gloire. El borroso recuerdo de sus escándalos, sus intentos de suicidio por oscuros productores, sus ruidosas infracciones de tránsito (por otras "parejas sentimentales" -no a la banalización de la palabra "pareja"), bajaban sus bonos, que sus legítimas mechas con la mostra de la Urba Huacho no lograron hacer repuntar. Pero es claro, muy claro, el recuerdo de la mirada que me mandó mientras tomaba yo un café en una reunión informal de trabajo, allá por el 99, en el Café Café. En ese entonces, el enrevesado personaje salía (presumiblemente), de ensayar para la obra de teatro que estaba presentando, en la que hacía (según vagamente recuerdo) de trans-hombre (para los dummies: transexual que va de mujer a hombre). O chito o algo por el estilo (no es lo mismo, pero no me acuerdo, p-e-s). Posiblemente haya querido introducirse más en el personaje. No me importa: la recuerdo rica.
Siempre ví en ella, pese a su proverbial "farandulez" (estoy viendo mucha tv venezolana lately, o sea, i mean, perdónenme los neologismos baratos, a los que son tan afectos los naturales de la tierra del liqui liqui), cierto atisbo de inteligencia. Ayer la demostró con creces, aunque con su inconfundible hablar atropellado, acelerado, de mujer obsesiva, un tanto más tranquila (ya es mamá), pero con el mismo prurito de aquello que llaman locura, o que se le parece.
El detalle que noté, en la entrevista, fue su marcado acento colombiano. Como se sabe, la actríz "radica" (risible y peruanísimo término que nace a raíz de la inmigración ilegal, I suppose, para darle más caché a tal hecho, pero que se ha extendido a los artistas y/o a los que viven fuera en situación legal, aunque no deja de sonar bien pacharaco) en la capital del país del vallenato. En lo personal, y en principio, no me jode que alguien que viva en un país en que se hable nuestra lengua, lo haga al estilo del país de acogida. Pero no puedo negar que sonó un poco huachafa diciendo, en tono completamente cafetalero, "esh que scho ahora cuando condushco un auto reshpeto lash sheñalesh de transhito porquhhe shoy muy juishiosha", pero después pensé que posiblemente se trate de una forma de romper con ese pasado de nubes, de sombras y de voices in her head, que con tanto ahínco ella y la prensa construyeron en este país que la ominosa cadena arrastró.
I insist: ¿qué hago hablando de farándula?
(me voy al gym)
viernes, 1 de junio de 2007
A por ella, oh-eh
Mañana me quedo aquí, en esta misteriosa ciudad -cuyo nombre me rehuso a revelar- porque tengo chamba acumulada, y, además, no quiero gastar el dinero que con tanta sangre, sudor, y lágrimas, he podido generar, en una Lima cada vez más cara. También quería disfrutar del solaz de mi departamento, claro está, previa limpieza a fondo (está hecho un chiquero dada mi abrumadora cantidad de trabajo). Pero Mamá ha llamado y me dice que quiere pasar el fin de semana aquí.
Por ella, no tengo problema. Que venga nomás, aparte que nos divertimos juntas con sus amigas de por estos lares.
El problema es que viene con Al Bundy. Esa lonchera que (el hartazgo no es suficiente para el desprendimiento o para ser tajante), lleva hace más de 25 años. Viene con Al Bundy. O sea, el ansiado descanso, que iba a tener en mi departamento este fin de semana, ha quedado suspendido.
Al Bundy es lacra por naturaleza. Y tiene fases. Ahora, se las da de "defensor" de los intereses de los padres. No es mi padre, pero esa encarnizada y reciente defensa, es más bien un pretexto para algo que sí es permanente en el: las ganas de joder. Está prendado de mi magro sueldo, y su orillero discursete tonto de "tu madre te ha pagado la universidad-dale plata" me tiene intoxicada.
Después de haberme hecho la vida imposible durante todo este torturador tiempo (al punto que le debería pedir una indemnización por daño moral), no contento con haberse comportado como el peor de los padrastros, mañana arribará con el deseo de seguir jodiendo y repitiendo sus patéticas monsergas. A mi madre, dicho sea de paso, no le importa mucho. Pero me jode que, por comodona (prefiere que Al Bundy haga de chofer de turno, aguantándolo, y no gastar el poco dinero que representa venirse en un ómnibus interprovincial a esta mi humilde morada), me chante a este "eructador" profesional que, al final, pretende, ridículamente, que le pague desayunos y lonches en los que está presente mi madre, usufructuando su presencia (el que más pide, cual si fuera niñito caprichoso, es él), entre otras gollerías.
Mañana, el Bundy Drácula vendrá a por mi sueldo, a por mi tranquilidad, a por mi esfuerzo. Haré todo lo posible para que no venza.
Recen por que la sangroneada no sea hemorrágica, s'il vous plait.
Por ella, no tengo problema. Que venga nomás, aparte que nos divertimos juntas con sus amigas de por estos lares.
El problema es que viene con Al Bundy. Esa lonchera que (el hartazgo no es suficiente para el desprendimiento o para ser tajante), lleva hace más de 25 años. Viene con Al Bundy. O sea, el ansiado descanso, que iba a tener en mi departamento este fin de semana, ha quedado suspendido.
Al Bundy es lacra por naturaleza. Y tiene fases. Ahora, se las da de "defensor" de los intereses de los padres. No es mi padre, pero esa encarnizada y reciente defensa, es más bien un pretexto para algo que sí es permanente en el: las ganas de joder. Está prendado de mi magro sueldo, y su orillero discursete tonto de "tu madre te ha pagado la universidad-dale plata" me tiene intoxicada.
Después de haberme hecho la vida imposible durante todo este torturador tiempo (al punto que le debería pedir una indemnización por daño moral), no contento con haberse comportado como el peor de los padrastros, mañana arribará con el deseo de seguir jodiendo y repitiendo sus patéticas monsergas. A mi madre, dicho sea de paso, no le importa mucho. Pero me jode que, por comodona (prefiere que Al Bundy haga de chofer de turno, aguantándolo, y no gastar el poco dinero que representa venirse en un ómnibus interprovincial a esta mi humilde morada), me chante a este "eructador" profesional que, al final, pretende, ridículamente, que le pague desayunos y lonches en los que está presente mi madre, usufructuando su presencia (el que más pide, cual si fuera niñito caprichoso, es él), entre otras gollerías.
Mañana, el Bundy Drácula vendrá a por mi sueldo, a por mi tranquilidad, a por mi esfuerzo. Haré todo lo posible para que no venza.
Recen por que la sangroneada no sea hemorrágica, s'il vous plait.
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