Volver a mí significa volver a mis letras, volver a intentar a esculpir, a escupir, a horadar el aire con palabras como espadas. Pero también enfrentarme a mil demonios danzantes y punzantes que le disparan a mi cabeza, y no sé en realidad si se trate de los retos de la introspección o simplemente de los nudos eternos que me suelen torturar cuando menos me lo espero: cuando estoy muy cerca de la felicidad.
¿Sabes qué?
Soy prisionera de mí misma.
Y me alucino libre, que es lo peor.
Volver a mí significa crecer, pero también toparme con el muro inexpugnable de mi propio proceso.
Quiero pensar que la vida es como las capas de una cebolla, como las capas enrevesadas de una cebolla imperfecta. Solo así progresaré.
viernes, 11 de enero de 2008
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